Plataforma abierta a la acción política, entendida y enfocada a la mejora de la calidad de vida de todas las personas. Para cambiar lo que no nos gusta, debemos de superar el nivel de la crítica y de la melancolía y pasar a la acción. Esta acción, en ocasiones, debe ser revolucionaria

miércoles, 15 de diciembre de 2010

PROYECTAR EL CAMBIO GLOBAL (II). ANALIZAR EL PRESENTE.

A modo de introducción:
Vivimos la época del triunfo de los números. Todo se mide y cuantifica. Lo que no se cuantifica no tiene valor. Cuando la economía no tiene números, se la desprecia como filosofía. Pero yo aprovecho este análisis de nuestro presente económico para reivindicar la importancia de las letras y la filosofía. Creo que letras y números deben convivir en equilibrio. Cuando se combinan generan las contraseñas más resistentes. No desprecies este análisis porque tenga pocos números. Tiene muchas letras. Las letras forman palabras, las palabras contienen ideas, las ideas cambian las personas. Recuerda: en el principio de todo fue la palabra, no el número. Acércate a la lectura de este diagnóstico del presente con esta perspectiva: tenemos abundancia de números y escasez de letras. No son números lo que nos falta. Nos faltan sobre todo ideas... y valores éticos.


1. Si he realizado una excursión sobre el pasado utilizando el siglo XVIII como referencia, no es para generar miedo al futuro, sino reflexión sobre el presente. Aunque la primera reflexión a realizar es sobre un presente dominado por el miedo y el riesgo. En los últimos 60 años y especialmente desde 2001, las decisiones políticas y económicas de occidente se han adoptado mientras los ciudadanos vivíamos atrapados en el miedo. Desde finales de la segunda gran guerra hasta la década de 1980 vivimos con el miedo al holocausto nuclear y a la guerra fría, cosas inseparables del miedo al comunismo. Desde finales de los 70 se nos generó el miedo al Estado, un agente al que había que empequeñecer y empobrecer porque era improductivo y enemigo del mercado libre y de nuestro bienestar, una falsedad de efectos calculados. Desde el ataque a las Torres Gemelas, cuando el mercado libre ya dominaba al menguante Estado, se nos ha generado el miedo al terror: no necesitamos la fuerza del Estado para protegernos de las calamidades colectivas y de los abusos de los poderosos, sino para protegernos del terror. Terror que se ha extendido también al diferente, al parado, al excluido, a veces incluso al vecino!. ¿Y qué pensar sobre el riesgo?.

2. El riesgo máximo nos ha llegado de la mano de la economía, justo cuando parecía que esta iba a llevarnos al paraíso del hiperconsumo inagotable. En el mundo acomodado hemos dado rienda suelta a los vicios económicos, y el ultraliberalismo de los mercados los ha desarrollado a conciencia desde la década de 1970. Y en la cima de nuestros vicios económicos hemos situado la especulación con el riesgo financiero hasta tal punto que mientras para unos el riesgo es ya un problema vital, para otros el riesgo sigue siendo un negocio muy rentable. Este vicio de hacer negocios con el riesgo financiero se generalizó desde las década de 1990 a través de activos financieros tóxicos en forma de productos estructurados y derivados, y ha acabado por arruinarnos. Y la ruina ha aumentado nuestro miedo Ahora la mayoría de los acomodados tenemos incluso miedo de perderlo todo porque lo único seguro que tenemos son nuestros ingresos monetarios, y la crisis de 2008 nos ha demostrado que el dinero es ya sólo un apunte contable electrónico, y que puede esfumarse de la noche a la mañana a manos de la especulación financiera y de la inflación. Nos sentimos indefensos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?.

3. Hay que mirar al pasado para entender algo del presente. El siglo XVIII trajo a occidente el triunfo político de un grupo social – la burguesía – y el triunfo económico de un sistema – el capitalismo. La burguesía ha tenido en estos 250 años el monopolio del poder económico y se ha visto obligada a compartir el poder político cuando los trabajadores del capitalismo – hijos de los campesinos del antiguo régimen estamental - se organizaron a través de la democracia y del sistema de partidos políticos y accedieron democráticamente al gobierno de los Estados nacionales, sobre todo después de la Gran Guerra fascista de millones de muertos. Pero el periodo histórico en el que la burguesía occidental ha aceptado compartir el poder político con los partidos obreros democráticos y asumir las reformas sociales que estos impulsaron ha sido breve: los 30 años posteriores a la segunda guerra mundial. Desde la década de 1970 las cosas han cambiado radicalmente. Nos hemos especializado en los abandonos y la mayoría de los ciudadanos comienzan a sentirse abandonados a su suerte.

4. Los socialdemócratas, que históricamente habían sido los portavoces políticos de los trabajadores, abandonaron su defensa del Estado y de lo público, y se sometieron a los dictados del mercado y de lo privado. Las instituciones públicas abandonaron sus fines fundacionales y se pusieron al servicio de las finanzas. Las finanzas abandonaron el sentido del dinero como capital productivo (finanzas que sirven a los ciudadanos dedicando el dinero a fabricar bienes y servicios) y nos descubrieron el uso del dinero como puro capital financiero (finanzas que engañan dedicando el dinero a fabricar dinero). Los ciudadanos abandonaron su sentido de pertenencia a una comunidad de hombres y mujeres libres e iguales, y se encerraron en su yo individual satisfecho. Los trabajadores abandonaron su sentido de pertenencia a un grupo social y se refugiaron en el consumo masivo y el egoísmo. Fruto de esos abandonos, el presente está lleno de éxitos tecnológicos pero está vacío de proyectos colectivos. Las personas hemos abandonado el discurso y las ideas comunitarias considerándolas viejas antes de tiempo. Para rematar este desarme moral, la política sometida al mercado nos ha conducido a la exaltación de lo individual y al abandono de lo colectivo. Este es el primer gran problema. ¿Hay alguno más?.

5. Sí. Hay algo todavía más peligroso: el triunfo de la desigualdad escandalosa. Las medidas de la desigualdad no hacen más que crecer. Los índices de Gini cada vez se aproximan más al 100 (total desigualdad) y se alejan más del 0 (completa igualdad). Ya ni los países tradicionalmente socialdemócratas escapan a esta tendencia. La sima de la desigualdad por la que nos estamos precipitando se agranda. Todas las estadísticas lo confirman: nunca tan pocos vivieron con tanto ni tantos sobreviven con tan poco. Somos 7.000 millones de personas, de las que el 15% vive en la extrema pobreza y más de la mitad en la pobreza. Se ha producido la concentración de la riqueza en las finanzas y la concentración de las finanzas sobre sí mismas. Dinero invertido en producir dinero. Pura irracionalidad. Este es el tercer gran problema de nuestro presente.

6. Porque si es grave la desigualdad escandalosa no lo es menos la irracionalidad de las finanzas. En estos momentos el dinero ya no está mayoritariamente al servicio de la economía real y las necesidades de las personas, sino al servicio de la especulación, la economía financiera y la acumulación de beneficios. 20% de la inversión a la economía real (dinero para fabricar bienes y servicios) y 80% de la inversión a la economía financiera (dinero para fabricar dinero). Este desequilibrio es insostenible. La capacidad del dinero para moverse globalmente sin fronteras unido a la transformación tecnológica de las transacciones monetarias, han convertido el mundo de los productos financieros en un agujero negro que absorbe todo el dinero disponible. Además mientras que el dinero invertido en la economía real produce una rentabilidad baja, el dinero invertido en la economía financiera produce una rentabilidad alta. ¿Por qué conformarse con un 5% en la economía real cuando puede obtenerse un 20% o más en la financiera?. A esta locura ha contribuido la conversión del dinero en apuntes contables electrónicos que se mueven con un “clic”. Es el “poder del clic”. ¿Qué es éso?.

7. Si un ciudadano puede mover 1.000 euros de una cuenta corriente a otra con solo un clic, los agentes de fondos, sociedades de inversión y bancos pueden mover miles de millones con el mismo clic. El caso del joven “trader” Jerome Kerviel y Societé General lo dice todo. Basta leer con atención la entrevista que Der Spiegel hace a Jerome en los días posteriores a su condena judicial, y publicada por El País el 21 de noviembre de 2010. Lo expresa con la ingenuidad de un joven de 33 años que aprendió en Societé General todo lo que sabía sobre el negocio bancario: “Nadie sabe lo que se oculta en los balances de los bancos. Son completamente impenetrables. Se tarda un segundo en invertir 150 millones de euros. Cuatro en invertir 1.000 millones. Es algo que sucede tan rápido en el ordenador que se pierde el sentido de las cantidades manejadas. El mercado internacional es tan grande que absorbe cualquier orden en cuestión de segundos. La rueda gira cada vez más deprisa. Se ha vuelto loca”. Nadie hubiera podido retratar mejor la irracionalidad financiera en la que estamos atrapados. ¿Pero estamos realmente en manos de esta gente?.

8. La respuesta es sí. Completamente. Pero los jóvenes “modelo Kerviel” no son más que el último escalón en la cadena jerárquica. Son miles de peones-agentes de inversión apostando al alza y a la baja cada día cientos de miles de millones con derivados, estructurados, futuros, CDS etc., en el mercado financiero global, y todo ello por encargo de terceros. La sofisticación de las apuestas se ha hecho de tal naturaleza que los inversores financieros pueden ganar tanto cuando apuestan al alza como cuando apuestan a la baja. Algo impensable en las inversiones de la economía real. Además los agentes no actúan por iniciativa propia. Lo hacen incentivados por sus jefes y directivos para maximizar los beneficios del banco, del fondo de inversión, de los accionistas y de los inversores. La paradoja es que nunca antes la humanidad ha tenido tanta abundancia de dinero, pero al mismo tiempo tanta escasez de racionalidad. Es el resultado de nuestro mal modelo de sociedad en el que hemos maximizado los frutos de la libertad económica y hemos minimizado los frutos de la igualdad social. La víctima ha sido la fraternidad entre las personas. ¿Hacia dónde caminamos en occidente?.

9. Parece que regresamos a gran velocidad al pasado subidos en la máquina del tiempo. Volvemos hacia un régimen estamental y a la primera fase del capitalismo, periodo con el que cada vez tenemos más similitudes. Pondré algunos ejemplos de ello:
La SEGURIDAD fue privada y de pago en el régimen estamental del siglo XV al XVIII, ha sido pública y universal con el Estado nacional avanzado de los siglos XIX y XX , pero vuelve a ser privada y de pago en las tendencias del siglo XXI. Lo dicho de la seguridad vale para las comunicaciones, la energía, la enseñanza, la salud etc. La VEJEZ fue de protección privada en el régimen estamental, ha sido de protección pública en el Estado nacional avanzado, y vuelve a ser de protección privada en las tendencias del siglo XXI. Lo dicho para la vejez vale para el paro. El EJERCITO fue mercenario en el antiguo régimen. Ha sido público en el Estado nacional avanzado y vuelve a ser profesional y mercenario en las tendencias del siglo XXI. El PODER fue atributo del rey y la nobleza en el régimen estamental. Ha sido de las instituciones democráticas en el Estado nacional avanzado, y es de los mercados y las finanzas en las tendencias del siglo XXI. Lo dicho del poder vale también para los PRIVILEGIOS.
Las tendencias del siglo XXI generan en las personas altos niveles de inseguridad e incertidumbre, que se añaden al miedo y al riesgo que hemos comentado. ¿No es esa mezcla de sensaciones un coctel explosivo?.

10. Sí lo es, pero ninguna persona y ningún colectivo parece tener el poder de detener esta locura social en la que hemos caído. La socialdemocracia era el resultado de un compromiso entre el socialismo revolucionario y el liberalismo radical. Ese compromiso se rompió por los dirigentes políticos y económicos de los últimos 40 años, y soplan de nuevo con fuerza los vientos de las desigualdades y de la injusticia. Generaciones anteriores han luchado para que el Estado nacional se encargara de la provisión universal y no discriminatoria de servicios y derechos, y lo consiguieron. Pero ahora el Estado se debilita cada día, y la provisión de servicios y derechos básicos se está dejando en manos de los mercados. Privilegios y privilegiados están de regreso porque los mercados no saben de igualdad ni de justicia. Sólo sirven bien al que tenga dinero y capacidad económica para comprar en ellos. Los indicios no son buenos y deberíamos estar preocupados.

11. El mismo Estado nacional ha caído en manos de los mercados. Hasta finales del siglo XX el dinero era creado y controlado por los Estados. Estos impulsaban con mayor o menor entusiasmo la fortaleza de los mercados según quien fuera el grupo político gobernante. En ocasiones, cuando el mercado se pervertía, dejaban quebrar a sus actores (empresas). Era el castigo merecido por un comportamiento económico incorrecto. Desde finales del siglo XX el dinero ha pasado a ser creado y controlado por los “mercados financieros” y estos impulsan con entusiasmo la debilidad de los Estados nacionales. Cuando los Estados se resisten a entregar al mercado la producción de los bienes públicos (transporte, energía, prisiones, servicios sociales, sanidad, enseñanza, pensiones etc.), las finanzas hacen quebrar a los Estados. La consecuencia de ello es que los ciudadanos sienten que las instituciones públicas que los representan se están haciendo inservibles, como pasó en el antiguo régimen. El Estado nacional es ya un instrumento inútil para resolver los problemas que generan las finanzas, y está siendo enterrado por los mercados globales. Ese es el viento que ya azota también a los Estados nacionales de Europa y los políticos europeos simulan no enterarse de nada. ¿Tiene algún límite este deterioro del Estado y de lo público?

12. El análisis del presente puede parecer exagerado o catastrofista, pero lo considero realista. Sucede que nos desagrada el rostro que se nos muestra: desigualdad, miedo, inseguridad, abandono, incertidumbre, especulación, irracionalidad, etc. Sensaciones y situaciones negativas que la comunidad humana acumula cada día en mayor cantidad. Parece que hubiéramos olvidado la parte animal que todos tenemos, vinculada a la supervivencia. Pero esta parte existe, y está gobernada por los instintos. La inseguridad engendra miedo. El miedo es un instinto. La desigualdad engendra rabia y violencia. La violencia es un instinto. El hiperconsumo y la codicia engendran irracionalidad. La irracionalidad es un instinto. Y donde los instintos avanzan la razón retrocede. No podemos olvidar que democracia y partidos políticos fueron hijos de la razón ilustrada, y son la columna vertebral del Estado nacional avanzado. No existían en el antiguo régimen. Pero en el siglo XXI democracia y partidos están en decadencia junto con el Estado nacional que los consolidó. Crece el número de ciudadanos desafectos con la democracia y los partidos. ¿Otro mal presagio del presente?.

13. Los estudiosos de la política y la sociedad consideran que democracia y capitalismo aparecen como indisolublemente unidos a raíz de los cambios promovidos por la burguesía occidental en el siglo XVIII. Esta idea otorga a la burguesía capitalista un certificado de democracia y libertad que no siempre se ha correspondido con la realidad, pero que favorece la imagen de la burguesía ante el resto de la sociedad. En todo caso los hechos históricos confirman esta imagen, y más después del fracaso del modelo político-económico de la Unión Soviética (una sola clase social, un solo partido, una sola economía pública y centralizada). La unión de capitalismo y democracia parece haber sido efectiva y equilibrada hasta el último cuarto del siglo XX. La libertad política no existe sin la libertad económica, se nos decía. Pero desde la década de 1970 ese equilibrio se ha roto, y la China actual es la prueba de que el capitalismo es posible sin libertad y sin democracia.. ¿Sólo en China?

14. No. También en occidente la democracia está siendo devorada por el capitalismo. Lo que parecía imposible está sucediendo. La política, como expresión democrática de la voluntad del pueblo, se ha echado a un lado y se ha subido al carro de los mercados y la privatización de los bienes públicos como una manera de quitarse problemas y responsabilidades. Pero si todo acaba siendo gestionado y gobernado por los mercados, no necesitamos ni partidos, ni democracia ni gobierno. ¡Nos bastan los mercados!. Caminamos hacia la concentración del poder económico y político en la sola mano del mercado en detrimento de la democracia. La burguesía occidental, que siempre ha dominado la economía privada, ha descubierto ahora un nuevo instrumento para dominar también la política: las corporaciones multinacionales y los organismos multilaterales. Utilizando las empresas multinacionales y las instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial, etc.), la burguesía ha sido el primer grupo social en globalizarse, y está debilitando el poder de los Estados nacionales y la capacidad de sus políticos. Al hacerlo, amenaza también la libertad y la democracia. ¿Para destruirlas o para reorientarlas?

15. Una parte de la burguesía ilustrada del siglo XXI considera que los Estados nacionales y sus democracias ya no sirven para los nuevos retos de una economía globalizada. Que incluso los políticos nacionales son un obstáculo. El Club Bilderberg forma parte de este grupo. La burguesía está de nuevo en una encrucijada, como ya lo estuvieron en el siglo XVIII sus antepasados, cuando descubrieron que los Reinos absolutistas y su aristocracia eran un obstáculo para el avance de las empresas, la industrialización y el progreso. Entonces apostaron por la libertad, la democracia y las nuevas ideas. Promovieron una transformación profunda de la sociedad y dinamitaron el viejo régimen estamental. Pero no estoy seguro que hoy la burguesía sepa bien lo que más le conviene hacer en esta nueva encrucijada. ¿Es acertado debilitar los Estados nacionales y mostrar a los ciudadanos que sus políticos están sometidos a los mercados globalizados?. ¿Tendrá éxito esta estrategia?

16. La burguesía no es una clase homogénea, como tampoco lo es la clase trabajadora. Radicales y moderados habitan en ambas clases, como ha demostrado la Historia. Hemos visto cómo los trabajadores radicales crearon la dictadura del partido proletario que devoró al comunismo, y cómo ese imperio se derrumbó en 1989 junto con el muro de Berlín. Hemos visto cómo los burgueses radicales han creado el imperio de los mercados globalizados y la dictadura del capitalismo que ahora está devorando a la democracia y a los Estados nacionales. ¿Tan seguros están de que el sistema sobrevivirá a ese banquete?. Puede que los éxitos recientes estén cegando a los burgueses radicales (todo para los mercados nada para los Estados). Además hoy la burguesía está liderada por los financieros, un grupo poco relevante en el siglo XVIII, pero estratégico en el mundo actual. Esta no es una diferencia menor. Porque la globalización de las finanzas se ha puesto al servicio del deterioro de la solidaridad: ruptura de la solidaridad entre países (monedas contra monedas para disfrute de la especulación financiera internacional); ruptura de la solidaridad entre trabajadores (fondos de pensiones de unos trabajadores especulando con el bienestar y el nivel de vida de otros trabajadores); ruptura de la solidaridad entre burgueses (capital financiero ahogando al capital productivo y especulando contra él). La ruptura de todas las solidaridades es el camino directo al caos. ¿Podemos evitarlo?.

17. Las dudas son razonables. Dos años largos después de la quiebra del sistema financiero internacional ya sabemos lo que va mal, pero no hacemos nada para remediarlo. Ni los políticos, ni los economistas, ni los empresarios ni los ciudadanos. No exculpo a nadie de esta responsabilidad. Sabemos que las empresas intentan ganar más especulando con activos financieros que produciendo bienes y servicios: El caso Porsche explicado en El País del 28 de noviembre de 2010 es la regla, no la excepción. Eso va mal, pero no lo corregimos. Sabemos que los Estados en quiebra o amenazados con ella lo están porque los políticos obligan a sus pueblos a pagar las pérdidas y las deudas generadas en el sistema financiero por los especuladores privados codiciosos. Eso también va mal, y tampoco lo corregimos. Sabemos cómo funcionan los activos financieros (futuros, opciones y CDS) que utilizan los especuladores globales para arruinar y hacer quebrar a los Estados nacionales, pero ni los políticos del G-20 ni las autoridades políticas nacionales adoptan medidas para prohibir esos productos tóxicos para nuestra salud económica. Muy al contrario, a estas apuestas de especulación suicida se las llama “confianza de los mercados”. La perversión de lenguaje es máxima. Eso va mal, pero no lo corregimos.

18. El análisis del presente nos deja mal sabor de boca. Es éticamente desagradable, y aumenta el número de personas críticas que se sienten incómodas en él. El modelo económico vigente (capitalismo liberal de mercado y sólo propiedad privada, al que eufemísticamente llamamos “los mercados”) es una máquina compleja cada vez más descontrolada. Nos muestra, como nunca antes, sus contradicciones: Es una economía racional en la combinación empresarial de los recursos productivos (organización eficiente de los factores productivos en la empresa) e irracional en los fines (maximización del beneficio y acumulación descontrolada del capital). Pero la irracionalidad de los fines produce irracionalidad en la combinación social de los recursos (excesos de oferta sin demanda capaz de absorberla o excesos de demanda sin oferta capaz de satisfacerla), y ocasiona periódicamente una acumulación masiva de especulación económica (manifestada en forma financiera), y de injusta distribución de la riqueza. Una sociedad insostenible.

19. Tampoco desde el punto de vista de la naturaleza, el capitalismo liberal de mercado es sostenible ya que tiende a la sobreexplotación de los recursos naturales disponibles hasta su completo agotamiento. En definitiva, el sistema capitalista de mercado basado sólo en la propiedad privada es viable en la gestión de los medios empleados pero es insostenible en los fines perseguidos. Es un modelo en el que los poderes económicos tienden a dominar, hasta eliminarlos, a los poderes políticos (todo para el mercado y nada para el Estado). Este hecho no impide que cuando los acontecimientos amenazan catástrofe general, los poderes económicos exijan a los poderes públicos que acudan al rescate del modelo, como ha sucedido con la crisis financiera global de 2008. Pero en realidad el capitalismo liberal de mercado es un modelo ineficiente y de mala calidad desde el punto de vista de los fines, y lo previsible es que colapse en una de sus crisis periódicas, arrastrando con él a toda la sociedad.

20. Durante un tiempo los idealistas creyeron que el modelo de socialismo planificado y con sólo propiedad pública ganaría al capitalismo liberal de mercado. Ha sido un sueño corto. La economía socialista centralizada (modelo comunista-leninista), intentó introducir la racionalidad en los fines de la economía siguiendo la máxima marxista e idealista de “a cada uno según sus necesidades, de cada uno según sus capacidades”. Para ello sustituyó la maximización del beneficio por la satisfacción planificada de las necesidades personales y sociales, pero destruyó la racionalidad en la combinación empresarial de los recursos. La planificación aportaba el control de la especulación y de la distribución de la riqueza, pero la irracionalidad en la gestión de los recursos no trajo al pueblo la riqueza que se esperaba del modelo, y el modelo se agotó. Este modelo, al contrario que el capitalismo liberal, era viable en los fines pero insostenible en la gestión de los medios. Es un modelo en el que los poderes políticos dominan, hasta eliminarlos, a los poderes económicos (todo para el Estado y nada para el mercado). La experiencia práctica más interesante de este modelo (la Unión Soviética) colapsó entre 1989 y 1991.

21. En las décadas posteriores a la segunda Gran Guerra se asentó en Europa el modelo de economía mixta: capitalismo liberal de mercado compensado con regulación económica, servicios públicos estatales y mecanismos de redistribución de la riqueza. El modelo de economía mixta parte del reconocimiento de que “los mercados” fallan en la asignación justa de los recursos. Son eficientes económicamente pero ineficientes socialmente. Por ello en este modelo los poderes públicos respetan y aceptan la racionalidad del capitalismo para asignar los recursos productivos, pero introducen correcciones en la irracionalidad de los fines a través de instrumentos y medios de la política económica. El gran problema de este modelo es la inestabilidad. Está siempre en equilibrio inestable pues los poderes económicos rechazan permanentemente la intervención de los poderes públicos en la economía y en el funcionamiento de los mercados, y los poderes públicos tienden a aplicar políticas económicas que se extralimitan en las correcciones de la irracionalidad de los fines y objetivos del modelo capitalista. Esta pugna mantiene el modelo en inestabilidad permanente.

22. Parece que una mezcla equilibrada de Estado y mercado sería lo socialmente más deseable. De hecho los ciudadanos de Europa han alcanzado altos niveles de bienestar material cuando los Estados nacionales han funcionado en equilibrio con el mercado. Pero como en toda situación inestable, es difícil mantener este equilibrio. La propia inestabilidad del modelo produce en la práctica su erosión. A fases de predominio del Estado suceden fases de predominio del mercado. La tendencia actual es de dominio absoluto de los poderes económicos sobre los poderes públicos. Como no existen estabilizadores sociales de recuperación del equilibrio, el modelo tiene un riesgo cierto de desaparecer. Los Estados nacionales han sido forzados a renunciar a toda actividad y regulación económica pública (sector público empresarial y de servicios), y ejercen un papel económico cada vez más residual. Hoy el modelo de economía mixta parece muerto, y triunfa el capitalismo liberal de mercado y sólo propiedad privada (los mercados) en su versión más despiadada (miedo, abandono, desigualdad, irracionalidad, codicia, especulación, insostenibilidad etc.). Para finalizar este breve análisis del presente, las preguntas que nos abren la puerta del futuro.

23. ¿Es posible revertir la situación?. ¿Podemos construir un modelo económico que sea sostenible y viable en los medios y en los fines?. ¿Cómo puede hacerse?. ¿Qué papel deben jugar en esta transformación la burguesía, los trabajadores y los políticos?. ¿Por qué los economistas no dedican pensamiento e investigación a esta cuestión y en cambio nos recitan incansables las soluciones del capitalismo despiadado?. ¿Por qué cuando actuamos económicamente en el ámbito de la empresa reconocemos la necesidad de que la actividad económica se desarrolle de manera organizada, regulada y cooperativa para ser eficientes (concepto de planificación y colaboración entre empresarios, directivos y trabajadores), y en cambio cuando pasamos al ámbito de la sociedad, tanto nacional como global, rechazamos estos principios, y defendemos que la actividad económica se desarrolle de manera desregulada, desorganizada y agresiva para ser eficientes (conceptos de rivalidad y competición)?. ¿Por qué no sometemos a análisis técnico-económico el impacto de los incrementos de la productividad sobre los excedentes empresariales y las políticas de distribución de estos?.

24. La automatización de los procesos productivos ha incrementado la productividad. como nunca nuestros antepasados imaginaron, y lo más importante es que la seguirá elevando en el futuro, aunque en detrimento del empleo. ¿qué parte de ese incremento extraordinario se lleva cada factor de producción?. ¿Quién se está apropiando en el modelo capitalista liberal de los excedentes generados por las innovaciones tecnológicas en el último siglo, y a qué lo está destinando?. ¿Está en la apropiación y distribución del excedente presente el nudo gordiano de un modelo futuro alternativo?. Y la más importante de las preguntas para salir del presente oscuro y entrar en un futuro claro: ¿De qué naturaleza son los problemas que nos afligen?. ¿Tenemos problemas técnicos o tenemos problemas morales?.

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