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lunes, 31 de octubre de 2011

LO QUE NOS ESTA PASANDO Y NO ACABAMOS DE ENTENDER: EL TRÁNSITO DE LA ECONOMÍA MATERIAL A LA ECONOMÍA DE LAS FINANZAS.

El próximo fin de semana se reune el G-20, así que creo es un momento adecuado para reflexionar sobre lo que está pasando en la economía. Espero que esta visión te pueda ayudar a comprender. Tarde o temprano, la realidad romperá por algún sitio. Cuando rompa, no podrás sustraerte al movimiento telúrico. Vives en el planete Tierra.
MANTRA: UNA MONEDA GLOBAL, UN BANCO CENTRAL GLOBAL, UN GOBIERNO ECONÓMICO GLOBAL.

1. Los problemas que atravesamos en las economías avanzadas son problemas de dinero. Ni los Gobiernos ni las empresas ni los ciudadanos tenemos suficiente financiación para el desenvolvimiento de nuestra vida ordinaria, tanto individual como colectiva, que en lenguaje popular es lo mismo que no tener suficiente dinero. Y sin embargo nunca ha existido en el mundo un volumen tan grande de dinero líquido como en la actualidad. Tampoco nunca antes los flujos de dinero han alcanzado los ritmos actuales de movimiento acelerado. ¿Dónde está entonces ubicado el dinero existente que tanto falta nos hace a la mayoría para sobrevivir?.

2. Hasta que la economía ha entrado en el proceso de “financiarización” (término conceptual analizado y definido por Paul H. Dembinski en “¿Finanzas que sirven o finanzas que engañan?”), los flujos de dinero se han aplicado a la producción y al consumo de bienes y servicios materiales (economía material). El dinero y la riqueza se hallaban en el circuito de los cuatro modos económicos básicos de la economía material (producción-distribución-consumo-inversión). Para hacerse con dinero había que acceder a ese circuito económico en alguno de sus tramos.

3. Los individuos hemos accedido hasta ahora a ese circuito a través del modo económico de la producción, bien como empleadores o como empleados. Esta ha sido durante muchos años la única puerta de entrada al resto de eslabones de la cadena de modos económicos (distribución, consumo e inversión). Quien entraba en esa cadena como empleador (emprendedor), controlaba el modo económico de la distribución (salarios y beneficios). Mediante ese control, podía acceder personal y familiarmente a un alto nivel de consumo y gobernaba el modo económico de la inversión a través del excedente empresarial y del ahorro. Quien entraba como empleado (productor) accedía al modo económico de la distribución (salario), y a través del salario accedía a un determinado nivel personal y familiar de consumo, y solía permanecer fuera del modo económico de la inversión ya que no tenía capacidad de ahorro. Por su parte los poderes públicos accedían a ese mismo circuito a través de la imposición sobre la producción, la distribución y el consumo, dejando casi siempre fuera la inversión..

4. Las cosas funcionaron bien así en el capitalismo durante décadas. En estas circunstancias, el dinero se aplicaba a la producción de bienes y servicios de la economía material. Es lo que hasta ahora los tecnólogos de la economía han llamado y siguen llamando “economía productiva”, y yo llamo “economía material” pues en mi opinión hay otras formas de economía productiva distintas de la economía material. Pero el desarrollo económico de los 30 años posteriores a la segunda guerra mundial trajo consigo el acceso de cada vez más ciudadanos de los países acomodados al modo económico de la inversión, y despertó su interés por las finanzas y la inversión financiera. La misma industria financiera contribuyó a despertar este apetito, que se ha convertido al final en codicia y en acumulación financiera, mayoritariamente especulativa e improductiva.

5. El cambio profundo se produce en las últimas décadas del siglo XX, cuando las finanzas maduran y se consolida el proceso de “financiarización” tanto de la economía como de la sociedad. En primer lugar las finanzas se constituyen como la primera y única fuente de financiación de la inversión (ahora ya casi sólo financiera), y a través de esta gobiernan el resto de modos económicos del circuito descrito (producción, distribución y consumo), que pasan a ser modos al servicio de la rentabilidad de la inversión financiera. Este primer cambio es revolucionario, y su falta de análisis y comprensión económica están en el origen de nuestros problemas actuales. Antes de la “financiarización”, todos los modos económicos estaban supeditados a la producción y su consumo. Después de la “financiarización” todos los modos económicos están supeditados a la inversión y su rentabilidad financiera, que últimamente se ha hecho puramente especulativa. Hasta que no se comprenda este cambio, no se comprenderá lo que nos está pasando.

6. En segundo lugar las finanzas se tecnifican. Sin las modernas tecnologías de la información no hubiera sido posible el proceso de “financiarización” de la sociedad. La tecnificación produce dos cambios revolucionarios en las finanzas: de un lado favorece la creación de la economía de los activos financieros y la expansión de sus mercados (los mercados que ahora nos dominan, que son los financieros); de otro impone la creación y el dominio del dinero electrónico, desplazando el dinero físico a una función completamente marginal en la economía.

7. El resultado de estos cambios es una auténtica revolución económica que todavía no comprendemos y a la que no nos hemos adaptado. Ha nacido una nueva economía que es la economía de las finanzas. La economía de las finanzas es la economía de los activos financieros. Al principio su aparición dependió de la economía material, pero a partir de un momento dado, la economía de los activos financieros proclama su independencia, crece y se desarrolla por sí misma, y adquiere mayor tamaño que la propia economía material en la que nació. Esta nueva economía no sustituye a la economía material, sino que se superpone a la misma y la domina. Los economistas aún no han introducido en sus teorías esta nueva realidad. Todavía están analizando fenómenos nuevos con lentes viejas. Ganaríamos mucho si algunos líderes del G-20 captaran esta nueva realidad.

8. En la última década del siglo XX las finanzas alcanzan la madurez y el dinero se desplaza masivamente desde la economía material a la economía de los activos financieros. Esta economía tiene ya un tamaño y una elasticidad tal que es capaz de absorber todos los recursos monetarios que los Gobiernos pongan encima de la mesa. Ahora ya podemos entender dónde está el dinero que nos falta. Está ocupado en respaldar los millones de transacciones financieras que se hacen cada día en la economía de las finanzas. Para mayor sonrojo, muchas de esas operaciones se hacen en o desde paraísos fiscales. Es a ese nuevo circuito a donde los Gobiernos deberían ir a buscar los recursos utilizando la “fuerza impositiva”. La economía material es ya una fuente de ingresos en decadencia. Los nuevos ingresos fiscales hay que ir a buscarlos al mercado de activos financieros, gravando sus transacciones. Esto es imprescindible para que los poderes públicos democráticos puedan sobrevivir, y con ellos las sociedades avanzadas.

9. Otra consecuencia de este cambio brutal es el nacimiento de una sociedad cada vez más dual. Mientras que un conjunto de ciudadanos operan en la economía de las finanzas y tienen sus expectativas centradas cada vez más en la rentabilidad de los activos financieros y de sus mercados, otros malviven en la escasez y la precariedad de la economía material, sin empleo y sin fuente de ingresos posible. Así estamos. En todo caso el abundante dinero existente, salido en parte de los déficits públicos y en parte de las inyecciones masivas de liquidez de los Bancos Centrales, está ya en la economía de las finanzas y ha abandonado la economía material. ¿Qué debemos hacer?.

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