Presentación.
Queridas/os blogueros/as. Los tiempos están especialmente revueltos, y el riesgo invade nuestras vidas personales, y nos azota con la incertidumbre, como azota e invade a “los mercados”. Pienso que nosotros, los que vivimos en el llamado “primer mundo” estamos en la fase final de un proceso de transformación social profunda, un proceso que se inició en el último cuarto del siglo XX y que terminará probablemente en el primer cuarto de este siglo XXI. El proceso ha consistido en que la sociedad ha quedado reducida y sometida a la economía, y la economía ha quedado reducida y sometida a las finanzas. El catalizador técnico de esta transformación han sido las tecnologías de la información. Estos reduccionismos no son buenos, pero en estos años alcanzaremos la cima de ese proceso. Una vez en la cima, solo podremos o continuar en ella o bajar. Preparémonos para bajar, y con ese ánimo comparto con vosotros esta reflexión sobre los mercados y el dinero. Precisamente utilizando también las tecnologías de la información, porque probablemente donde está la amenaza, está igualmente la oportunidad.
(A modo de síntesis para los que no tengan tiempo de leer el argumentario que se publicará con posterioridad).
Los bancos centrales y los Gobiernos del G-20 han inyectado liquidez en la economía mundial por casi 40 billones de dólares (millones de millones) en 2008 y 2009. Aproximadamente 6.000 dólares por ser humano. Pero la economía global, y en especial la de los países occidentales, no acaba de arrancar. Los crecimientos son lentos, débiles e inseguros ¿Por qué?.
Porque el dinero líquido ya hace tiempo que abandonó los mercados de objetos (mercados reales de bienes y servicios). Menos del 25% del dinero líquido está dedicado a la economía real. Los gobernantes no se atreven a tomar medidas para corregir este hecho y buscan soluciones allí donde les indican los mercados financieros: en la reducción de los salarios para ganar competitividad internacional, en la reducción de gasto público y subida de impuestos para alcanzar el equilibrio presupuestario, en el recorte de prestaciones sociales para reducir la deuda pública, etc.. Todas son iniciativas dolorosas para la población y negativas para los mercados de la economía real. ¿Pero por qué los Gobernantes del G-20 prefieren golpear a sus ciudadanos y empobrecerlos en lugar de controlar a los financieros y su mercado, causantes de la crisis?.
Porque los financieros son quienes tienen el poder global y real. Más del 75% del dinero líquido está dedicado a transaccionar con títulos y papeles del mercado financiero global, que es el negocio de los financieros, y ese porcentaje sigue subiendo. Los financieros necesitan cada vez más y más dinero líquido para mover ese mercado global de títulos y papeles en el que tienen atrapados no ya sólo a los ciudadanos occidentales, sino a toda la humanidad y al mismo G-20. El mercado de títulos y papeles (un mercado virtual y global gestionado electrónicamente) se come toda la liquidez. Se comió la liquidez de los ciudadanos y las empresas mediante el proceso de “bancarización” y también quiere la liquidez de los Estados, si es que tienen alguna. Su voracidad no conoce límites. El mercado de títulos y papeles es el que nos elevó a la gloria del hiperconsumo y el hiperendeudamiento y el que nos trajo la bancarrota después. ¿Y quien se beneficia con el movimiento continuo de precios de los productos financieros en el mercado global de títulos y papeles, un movimiento que cada vez consume más liquidez?
Los financieros y una minoría de ciudadanos que viven de comerciar y especular en los mercados financieros de títulos y papeles. Además ahora ese mercado es tan sofisticado que sus actores ya no sólo pueden ganar dinero cuando sube el precio de los títulos y papeles, sino también cuando baja (productos derivados). Y para que los precios de los títulos y papeles suban y bajen para volver a subir y bajar cada día e incluso varias veces en el mismo día se necesita más y más liquidez. Ante esta realidad, que controla y gestiona una minoría utilizando el dinero líquido de todos, una minoría que casi nos arruina a todos y a los que hemos llenado los bolsillos de dinero líquido y público a cambio de nada, ¿qué podemos hacer?.
La crisis vino del mundo financiero y de donde vino el problema es donde está la solución. Tenemos maneras de resolver el problema. Pero en cualquiera de ellas los Gobiernos del G-20 tienen que obligar a los financieros a poner el dinero al servicio del conjunto de la sociedad en lugar de utilizarlo para servirse a sí mismos y a sus negocios. Pero esto no les gusta a los financieros, porque les obliga a compartir el poder y la riqueza que ahora acumulan sin límites.
No valen soluciones ingenuas como nacionalizar los mercados de títulos y papeles o prohibirlos en su totalidad. Demasiado simple para ser eficaz.
Una solución factible es que los Gobiernos del G-20 tomen medidas de política económica e institucional para hacer que la mayor parte del dinero vuelva a los mercados de objetos (bienes y servicios). Es lo que algunos resumen en la expresión “que vuelva a fluir el crédito a empresas y familias”. Hasta ahora no han tomado ninguna medida en ese sentido. Pero esta solución no será suficiente para que la economía arranque : ¿Por qué?.
Porque la mayor parte del dinero no sólo está ahora en los mercados equivocados (los virtuales en lugar de los reales), sino también en las manos de quienes tienen tanto, que ya no lo utilizan para consumir (manos-muertas-para-el-consumo), sino para invertir de nuevo en el mercado de títulos y papeles. El dinero, además de volver a los mercados reales, tiene que estar en manos de quienes lo utilizarán en el consumo (manos-vivas-para-el-consumo), es decir hay que redistribuirlo. Porque lo mismo que en los siglos XV a XVIII el dinero en la manos-muertas de la aristocracia terrateniente era dinero improductivo, en el siglo XXI el dinero en las manos-muertas de la aristocracia financiera es ya también dinero improductivo. Estos son los dos objetivos principales que deberían tener los Gobiernos del G-20 para salir de la crisis. Pero no están tomando ninguna medida económica para volver el dinero a los mercados reales ni tampoco para redistribuir la riqueza hacia las manos-vivas-para-el-consumo. Más bien lo contrario.
Otra solución factible es aprovechar la situación para extraer bien del mal. El mercado de títulos y papeles es un diamante en bruto, que dejado en manos de los codiciosos, nos ha traído la crisis y nos conduce al desastre. Pero si los Gobiernos del G-20 llevan ese diamante bruto al taller público de la regulación y la intervención y lo pulen, puede sernos de utilidad. Para ello tienen que tomar medidas que democraticen y universalicen el acceso a ese mercado de modo que la mayoría de los ciudadanos puedan beneficiarse del mercado global de títulos y papeles. Ahora sólo una minoría de ciudadanos se benefician de ese mercado y lo utilizan para acumular riqueza personal, con frecuencia improductiva.
Los Gobiernos del G-20 deben diseñar medidas de política económica tendentes a conseguir que cada vez más ciudadanos perciban ingresos de los mercados globales de títulos y papeles. Esto no les gustará a los financieros codiciosos, pero los Gobiernos no están para satisfacer a los codiciosos, sino para redistribuir la riqueza generada en los mercados de títulos y papeles. Porque la redistribución justa de la riqueza financiera es el combustible que pondrá en movimiento los mercados de la producción y el consumo, y por tanto la economía real y global.
Puede haber otros enfoques de solución, pero nos conducirán a la misma conclusión final: HAY QUE REDISTRIBUIR LA RIQUEZA FINANCIERA PARA PODER RELANZAR LA ECONOMÍA. Esa redistribución no sólo debe ser entre ciudadanos, sino también entre países. Algo de lo que “los mercados de títulos y papeles” no hablan y en lo que los Gobiernos del G-20 no piensan. Ahora la riqueza financiera ya se está redistribuyendo pero en sentido inverso, que es como gusta a los financieros: de los que menos tienen a los que más tienen. Y para ejemplo, la solución que se le ha dado a la sociedad griega: sacrifíquense Uds., empobrézcanse lo que haga falta y devuélvannos cuanto antes el dinero que les hemos prestado. Una salida entre países vecinos y amigos al modo y uso de los financieros codiciosos que gobiernan el mercado de títulos y papeles. ¿A dónde creemos que podemos llegar con esos valores morales?.
Queridas/os blogueros/as. Los tiempos están especialmente revueltos, y el riesgo invade nuestras vidas personales, y nos azota con la incertidumbre, como azota e invade a “los mercados”. Pienso que nosotros, los que vivimos en el llamado “primer mundo” estamos en la fase final de un proceso de transformación social profunda, un proceso que se inició en el último cuarto del siglo XX y que terminará probablemente en el primer cuarto de este siglo XXI. El proceso ha consistido en que la sociedad ha quedado reducida y sometida a la economía, y la economía ha quedado reducida y sometida a las finanzas. El catalizador técnico de esta transformación han sido las tecnologías de la información. Estos reduccionismos no son buenos, pero en estos años alcanzaremos la cima de ese proceso. Una vez en la cima, solo podremos o continuar en ella o bajar. Preparémonos para bajar, y con ese ánimo comparto con vosotros esta reflexión sobre los mercados y el dinero. Precisamente utilizando también las tecnologías de la información, porque probablemente donde está la amenaza, está igualmente la oportunidad.
(A modo de síntesis para los que no tengan tiempo de leer el argumentario que se publicará con posterioridad).
Los bancos centrales y los Gobiernos del G-20 han inyectado liquidez en la economía mundial por casi 40 billones de dólares (millones de millones) en 2008 y 2009. Aproximadamente 6.000 dólares por ser humano. Pero la economía global, y en especial la de los países occidentales, no acaba de arrancar. Los crecimientos son lentos, débiles e inseguros ¿Por qué?.
Porque el dinero líquido ya hace tiempo que abandonó los mercados de objetos (mercados reales de bienes y servicios). Menos del 25% del dinero líquido está dedicado a la economía real. Los gobernantes no se atreven a tomar medidas para corregir este hecho y buscan soluciones allí donde les indican los mercados financieros: en la reducción de los salarios para ganar competitividad internacional, en la reducción de gasto público y subida de impuestos para alcanzar el equilibrio presupuestario, en el recorte de prestaciones sociales para reducir la deuda pública, etc.. Todas son iniciativas dolorosas para la población y negativas para los mercados de la economía real. ¿Pero por qué los Gobernantes del G-20 prefieren golpear a sus ciudadanos y empobrecerlos en lugar de controlar a los financieros y su mercado, causantes de la crisis?.
Porque los financieros son quienes tienen el poder global y real. Más del 75% del dinero líquido está dedicado a transaccionar con títulos y papeles del mercado financiero global, que es el negocio de los financieros, y ese porcentaje sigue subiendo. Los financieros necesitan cada vez más y más dinero líquido para mover ese mercado global de títulos y papeles en el que tienen atrapados no ya sólo a los ciudadanos occidentales, sino a toda la humanidad y al mismo G-20. El mercado de títulos y papeles (un mercado virtual y global gestionado electrónicamente) se come toda la liquidez. Se comió la liquidez de los ciudadanos y las empresas mediante el proceso de “bancarización” y también quiere la liquidez de los Estados, si es que tienen alguna. Su voracidad no conoce límites. El mercado de títulos y papeles es el que nos elevó a la gloria del hiperconsumo y el hiperendeudamiento y el que nos trajo la bancarrota después. ¿Y quien se beneficia con el movimiento continuo de precios de los productos financieros en el mercado global de títulos y papeles, un movimiento que cada vez consume más liquidez?
Los financieros y una minoría de ciudadanos que viven de comerciar y especular en los mercados financieros de títulos y papeles. Además ahora ese mercado es tan sofisticado que sus actores ya no sólo pueden ganar dinero cuando sube el precio de los títulos y papeles, sino también cuando baja (productos derivados). Y para que los precios de los títulos y papeles suban y bajen para volver a subir y bajar cada día e incluso varias veces en el mismo día se necesita más y más liquidez. Ante esta realidad, que controla y gestiona una minoría utilizando el dinero líquido de todos, una minoría que casi nos arruina a todos y a los que hemos llenado los bolsillos de dinero líquido y público a cambio de nada, ¿qué podemos hacer?.
La crisis vino del mundo financiero y de donde vino el problema es donde está la solución. Tenemos maneras de resolver el problema. Pero en cualquiera de ellas los Gobiernos del G-20 tienen que obligar a los financieros a poner el dinero al servicio del conjunto de la sociedad en lugar de utilizarlo para servirse a sí mismos y a sus negocios. Pero esto no les gusta a los financieros, porque les obliga a compartir el poder y la riqueza que ahora acumulan sin límites.
No valen soluciones ingenuas como nacionalizar los mercados de títulos y papeles o prohibirlos en su totalidad. Demasiado simple para ser eficaz.
Una solución factible es que los Gobiernos del G-20 tomen medidas de política económica e institucional para hacer que la mayor parte del dinero vuelva a los mercados de objetos (bienes y servicios). Es lo que algunos resumen en la expresión “que vuelva a fluir el crédito a empresas y familias”. Hasta ahora no han tomado ninguna medida en ese sentido. Pero esta solución no será suficiente para que la economía arranque : ¿Por qué?.
Porque la mayor parte del dinero no sólo está ahora en los mercados equivocados (los virtuales en lugar de los reales), sino también en las manos de quienes tienen tanto, que ya no lo utilizan para consumir (manos-muertas-para-el-consumo), sino para invertir de nuevo en el mercado de títulos y papeles. El dinero, además de volver a los mercados reales, tiene que estar en manos de quienes lo utilizarán en el consumo (manos-vivas-para-el-consumo), es decir hay que redistribuirlo. Porque lo mismo que en los siglos XV a XVIII el dinero en la manos-muertas de la aristocracia terrateniente era dinero improductivo, en el siglo XXI el dinero en las manos-muertas de la aristocracia financiera es ya también dinero improductivo. Estos son los dos objetivos principales que deberían tener los Gobiernos del G-20 para salir de la crisis. Pero no están tomando ninguna medida económica para volver el dinero a los mercados reales ni tampoco para redistribuir la riqueza hacia las manos-vivas-para-el-consumo. Más bien lo contrario.
Otra solución factible es aprovechar la situación para extraer bien del mal. El mercado de títulos y papeles es un diamante en bruto, que dejado en manos de los codiciosos, nos ha traído la crisis y nos conduce al desastre. Pero si los Gobiernos del G-20 llevan ese diamante bruto al taller público de la regulación y la intervención y lo pulen, puede sernos de utilidad. Para ello tienen que tomar medidas que democraticen y universalicen el acceso a ese mercado de modo que la mayoría de los ciudadanos puedan beneficiarse del mercado global de títulos y papeles. Ahora sólo una minoría de ciudadanos se benefician de ese mercado y lo utilizan para acumular riqueza personal, con frecuencia improductiva.
Los Gobiernos del G-20 deben diseñar medidas de política económica tendentes a conseguir que cada vez más ciudadanos perciban ingresos de los mercados globales de títulos y papeles. Esto no les gustará a los financieros codiciosos, pero los Gobiernos no están para satisfacer a los codiciosos, sino para redistribuir la riqueza generada en los mercados de títulos y papeles. Porque la redistribución justa de la riqueza financiera es el combustible que pondrá en movimiento los mercados de la producción y el consumo, y por tanto la economía real y global.
Puede haber otros enfoques de solución, pero nos conducirán a la misma conclusión final: HAY QUE REDISTRIBUIR LA RIQUEZA FINANCIERA PARA PODER RELANZAR LA ECONOMÍA. Esa redistribución no sólo debe ser entre ciudadanos, sino también entre países. Algo de lo que “los mercados de títulos y papeles” no hablan y en lo que los Gobiernos del G-20 no piensan. Ahora la riqueza financiera ya se está redistribuyendo pero en sentido inverso, que es como gusta a los financieros: de los que menos tienen a los que más tienen. Y para ejemplo, la solución que se le ha dado a la sociedad griega: sacrifíquense Uds., empobrézcanse lo que haga falta y devuélvannos cuanto antes el dinero que les hemos prestado. Una salida entre países vecinos y amigos al modo y uso de los financieros codiciosos que gobiernan el mercado de títulos y papeles. ¿A dónde creemos que podemos llegar con esos valores morales?.