PRESENTACION
Los franceses están de elecciones presidenciales. Tendrán la primera vuelta este fin de semana y en mayo irán a la segunda. Lo que se vote en Francia será importante para los europeos porque los políticos franceses han puesto el dedo en la llaga de nuestra Europa: la creación de dinero y el Banco Central Europeo. Crear dinero es crear deuda colectiva. La deuda colectiva es una realidad económica distinta de la deuda particular. Pero los privilegiados de la economía monetarista quieren hacernos pensar que son la misma realidad y que deben tener el mismo tratamiento. Ese es el gran engaño al que nos están conduciendo los financieros con la ayuda de algunos políticos. Lo hacen porque así nos ocultan el secreto de cómo se crea el dinero, un secreto que no quieren debatir. Lógicamente los humanos están más preocupados por poseer dinero que por conocer los secretos del dinero. Es comprensible. Lo que te voy a exponer es una traslación: me traslado al futuro para describirte el presente en tiempo pasado. Quizá así lo entiendas mejor.
MANTRA. UNA MONEDA GLOBAL, UN BANCO CENTRAL GLOBAL, UN GOBIERNO ECONOMICO GLOBAL.
1. Deuda y crédito son caras de la misma realidad. Esta realidad es la forma moderna de ejercer la dominación sobre los humanos del siglo XXI. Entre los siglos XVIII y XX la forma principal de dominación fue el trabajo por cuenta ajena. Antes habían existido otras formas de dominación como la posesión de la tierra o directamente la esclavitud de la persona. Pero a principios del siglo XXI el trabajo por cuenta ajena comenzó a escasear y casi desaparecer por lo que los humanos que dominaban a otros humanos utilizando el trabajo por cuenta ajena tuvieron que buscar un nuevo medio de dominación. La misma tecnología que estaba acabando con el trabajo por cuenta ajena traía en sus alforjas el nuevo instrumento de dominación: el crédito y la deuda financieras. A principios del siglo XXI la tecnología de las finanzas se había desarrollado lo suficiente para endeudar a los humanos desde la cuna a la sepultura, y esta fue la forma que idearon unos humanos para dominar a otros, y unas sociedades para controlar a otras. De manera casi imperceptible, la fuerza de la espada y la violencia de la guerra fue sustituida por la fuerza del dinero y la violencia de la deuda. Así fue como empezó todo. Los protagonistas de esta historia tardaron en darse cuenta de esta evidencia y hasta que no se dieron cuenta, no hicieron nada para cambiar la realidad de la deuda y el crédito que estaba consumiendo sus vidas.
2. Confundir la deuda colectiva con la deuda particular era el gran error que impedía a aquellos humanos ver la realidad en la que estaban atrapados. La deuda particular era una deuda real respaldada por un bien y un derecho económicos, mientras que la deuda colectiva era una ficción contable, pero se les había hecho creer que también era real. La deuda colectiva la adquiría la sociedad consigo misma al crear el dinero, y la decisión de crear dinero nuevo estaba motivada por el crecimiento del comercio y la actividad económica. Cuando una sociedad era obligada a pagar la deuda colectiva devolviéndose el dinero a sí misma, destruía el dinero creado y con él destruía también el crecimiento del comercio y la economía. Los economistas habían descubierto que más dinero en circulación no significaba siempre más crecimiento de la economía, pero habían olvidado que era imposible más crecimiento de la economía sin más dinero en circulación. La gente común ignoraba que para crear riqueza física, antes era necesario crear dinero en forma de deuda colectiva, una deuda que debía devolverse con la riqueza física generada pero nunca con dinero. Tampoco la gente común entendía que el dinero se creaba de la nada contable, y que al crear dinero se creaba deuda colectiva contable, pero no deuda real que la sociedad tuviera que devolver. Estos arcanos sobre la creación del dinero y la contabilidad creadora eran conocidos y controlados sólo por unas pocas personas y autoridades, que trataban de preservar este conocimiento y control para ellas al modo como los hechiceros de las tribus primitivas reservaban para sí el conocimiento de las pócimas y conjuros que utilizaban, lo que les otorgaba un poder influyente y dominante sobre la tribu.
3. El sistema de creación de dinero del que se habían dotado aquellas sociedades avanzadas de Europa a principios del siglo XXI hacía que los humanos no pudieran vivir sin deuda colectiva, como no podían vivir sin aire. Cuando se produjo la gran crisis financiera global de 2008 y los europeos comenzaron a sufrir sus consecuencias, no comprendían lo que les estaba sucediendo porque no entendían que cuando les obligaban a devolver la deuda colectiva, estaban destruyendo el dinero creado y con él destruían también la riqueza de la sociedad en la que habían nacido y crecido. Algunos hombres expertos en finanzas ya habían visto esta realidad a mediados del siglo XX. El más citado de ellos a principios del siglo XXI era Robert H. Hemphill, miembro de la Reserva Federal de Atlanta. Lo citaban sobre todo los movimientos sociales que buscaban una salida a la crisis fuera del sistema. Hemphill había dejado escrito que “es un pensamiento desasosegante: somos completamente dependientes de los bancos comerciales. Alguien tiene que pedir prestado cada dólar que hay en circulación, ya sea en efectivo o en crédito. Si los bancos crean dinero artificial en grandes cantidades prosperamos. Si no, pasamos hambre”. Ese “alguien” al que se refería Hemphill era o el Estado o un particular/empresa. Cuando el Estado pedía prestado a su Banco Central, el resultado final era la creación de dinero nuevo. Cuando un particular/empresa pedía prestado a la banca comercial, el resultado final era una combinación de creación de deuda y creación de dinero.
4. En Europa las cosas funcionaron más o menos bien con este sistema financiero hasta que los europeos inventaron el euro y con él un mecanismo para que los Estados nacionales pudieran endeudarse sin crear dinero. Pensaban que esto era un gran invento porque así controlaban la inflación monetaria, cuando en realidad era una gran ruina porque así impedían el crecimiento económico. Hasta finales del siglo XX, los estados nacionales europeos podían crear dinero pidiendo prestado a sus bancos centrales nacionales. Esta posibilidad encerraba algunos peligros pero también tenía importantes ventajas. Pero a principios del siglo XXI los Estados nacionales europeos habían suprimido sus Bancos Centrales nacionales a los que pedir prestado. El drama de las naciones europeas era que al no tener bancos centrales, fueron obligadas a pedir prestado sólo a los mercados financieros, y cuando un Estado nacional pedía prestado a los mercados, ya no creaba dinero, si no que sólo generaba deuda que tenía que devolver. Así fue como la bola de la deuda a devolver por las sociedades de Europa se hizo cada vez más y más grande, hasta aplastar poco a poco y uno tras otro a los Estados nacionales europeos, y empobrecer a sus ciudadanos.
5. Este proceso se inició en las naciones europeas más débiles, pero acabó afectando también a las mas fuertes a causa de que el resto de Estados del mundo conservaban sus Bancos Centrales y jugaban a otro juego con otras reglas. Los ciudadanos de las naciones fuertes de Europa tardaron en darse cuenta de ello porque la confusión entre deuda colectiva y deuda particular había sido provocada y alimentada por los banqueros, financieros e inversores internacionales, que tenían importantes apoyos en el interior de las sociedades nacionales de Europa y en algunos miembros de la propia Unión Europea. Estos apoyos no residían sólo en las industrias financieras nacionales, sino también en la clase política y en los expertos en economía. Los economistas habían construido el armazón teórico del sistema. Los políticos lo mantenían y respaldaban jurídicamente con las leyes que aprobaban. Los financieros lo hacían funcionar. José María Espona había hecho una exposición crítica y razonada de la confluencia de estos intereses en los capítulos IX al XIV de su obra “Totalitarismo Tecnológico”, pero la mayoría de la gente desconocía su existencia, pues aquellos humanos habían sido fascinados por las imágenes y los sonidos, y sólo una minoría de ellos cultivaba el mundo de las letras y los libros. Parecía no existir escapatoria alguna, cuando la persistencia de la codicia y la especulación financieras pusieron a las sociedades europeas patas arriba y dieron, sin pretenderlo, una oportunidad al cambio profundo y necesario. Otra economía era posible.
6. El cambio se inició en el armazón conceptual de la economía. Hasta que los intelectuales de aquellos humanos no cambiaron su mente económica, nada cambió. La dureza y persistencia de la crisis obligaba al contraste de ideas y a la revisión de los dogmas económicos. Los humanos tuvieron que experimentar con todo y pasar numerosas calamidades para acabar descubriendo que las conceptos sobre los que J.M. Keynes había construido su teoría general en 1935 – el interés, el dinero y la ocupación – eran los mismos que los tenían encerrados en la crisis y el desempleo. Keynes había construido un armazón económico para poner el interés y el dinero al servicio de la ocupación y aquello funcionó durante un tiempo. ¿Por qué ahora no funcionaba?, se preguntaban los expertos. Tardaron en descubrir que el desarrollo de las finanzas había conseguido darle la vuelta al armazón económico keynesiano: el interés y el dinero habían dejado de estar al servicio de la ocupación y se habían puesto al servicio del propio dinero. El dinero se utilizaba cada vez más para pagar dinero, y este proceso había creado una telaraña universal de pagos financieros alimentada por la especulación y la codicia en la que todos estaban atrapados. ¿Cómo había sucedido esto?. Lo explicaremos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Votan los franceses, pero nos va la vida y la deuda en ello. ¿No deberíamos votar también los españoles?.
Los franceses están de elecciones presidenciales. Tendrán la primera vuelta este fin de semana y en mayo irán a la segunda. Lo que se vote en Francia será importante para los europeos porque los políticos franceses han puesto el dedo en la llaga de nuestra Europa: la creación de dinero y el Banco Central Europeo. Crear dinero es crear deuda colectiva. La deuda colectiva es una realidad económica distinta de la deuda particular. Pero los privilegiados de la economía monetarista quieren hacernos pensar que son la misma realidad y que deben tener el mismo tratamiento. Ese es el gran engaño al que nos están conduciendo los financieros con la ayuda de algunos políticos. Lo hacen porque así nos ocultan el secreto de cómo se crea el dinero, un secreto que no quieren debatir. Lógicamente los humanos están más preocupados por poseer dinero que por conocer los secretos del dinero. Es comprensible. Lo que te voy a exponer es una traslación: me traslado al futuro para describirte el presente en tiempo pasado. Quizá así lo entiendas mejor.
MANTRA. UNA MONEDA GLOBAL, UN BANCO CENTRAL GLOBAL, UN GOBIERNO ECONOMICO GLOBAL.
1. Deuda y crédito son caras de la misma realidad. Esta realidad es la forma moderna de ejercer la dominación sobre los humanos del siglo XXI. Entre los siglos XVIII y XX la forma principal de dominación fue el trabajo por cuenta ajena. Antes habían existido otras formas de dominación como la posesión de la tierra o directamente la esclavitud de la persona. Pero a principios del siglo XXI el trabajo por cuenta ajena comenzó a escasear y casi desaparecer por lo que los humanos que dominaban a otros humanos utilizando el trabajo por cuenta ajena tuvieron que buscar un nuevo medio de dominación. La misma tecnología que estaba acabando con el trabajo por cuenta ajena traía en sus alforjas el nuevo instrumento de dominación: el crédito y la deuda financieras. A principios del siglo XXI la tecnología de las finanzas se había desarrollado lo suficiente para endeudar a los humanos desde la cuna a la sepultura, y esta fue la forma que idearon unos humanos para dominar a otros, y unas sociedades para controlar a otras. De manera casi imperceptible, la fuerza de la espada y la violencia de la guerra fue sustituida por la fuerza del dinero y la violencia de la deuda. Así fue como empezó todo. Los protagonistas de esta historia tardaron en darse cuenta de esta evidencia y hasta que no se dieron cuenta, no hicieron nada para cambiar la realidad de la deuda y el crédito que estaba consumiendo sus vidas.
2. Confundir la deuda colectiva con la deuda particular era el gran error que impedía a aquellos humanos ver la realidad en la que estaban atrapados. La deuda particular era una deuda real respaldada por un bien y un derecho económicos, mientras que la deuda colectiva era una ficción contable, pero se les había hecho creer que también era real. La deuda colectiva la adquiría la sociedad consigo misma al crear el dinero, y la decisión de crear dinero nuevo estaba motivada por el crecimiento del comercio y la actividad económica. Cuando una sociedad era obligada a pagar la deuda colectiva devolviéndose el dinero a sí misma, destruía el dinero creado y con él destruía también el crecimiento del comercio y la economía. Los economistas habían descubierto que más dinero en circulación no significaba siempre más crecimiento de la economía, pero habían olvidado que era imposible más crecimiento de la economía sin más dinero en circulación. La gente común ignoraba que para crear riqueza física, antes era necesario crear dinero en forma de deuda colectiva, una deuda que debía devolverse con la riqueza física generada pero nunca con dinero. Tampoco la gente común entendía que el dinero se creaba de la nada contable, y que al crear dinero se creaba deuda colectiva contable, pero no deuda real que la sociedad tuviera que devolver. Estos arcanos sobre la creación del dinero y la contabilidad creadora eran conocidos y controlados sólo por unas pocas personas y autoridades, que trataban de preservar este conocimiento y control para ellas al modo como los hechiceros de las tribus primitivas reservaban para sí el conocimiento de las pócimas y conjuros que utilizaban, lo que les otorgaba un poder influyente y dominante sobre la tribu.
3. El sistema de creación de dinero del que se habían dotado aquellas sociedades avanzadas de Europa a principios del siglo XXI hacía que los humanos no pudieran vivir sin deuda colectiva, como no podían vivir sin aire. Cuando se produjo la gran crisis financiera global de 2008 y los europeos comenzaron a sufrir sus consecuencias, no comprendían lo que les estaba sucediendo porque no entendían que cuando les obligaban a devolver la deuda colectiva, estaban destruyendo el dinero creado y con él destruían también la riqueza de la sociedad en la que habían nacido y crecido. Algunos hombres expertos en finanzas ya habían visto esta realidad a mediados del siglo XX. El más citado de ellos a principios del siglo XXI era Robert H. Hemphill, miembro de la Reserva Federal de Atlanta. Lo citaban sobre todo los movimientos sociales que buscaban una salida a la crisis fuera del sistema. Hemphill había dejado escrito que “es un pensamiento desasosegante: somos completamente dependientes de los bancos comerciales. Alguien tiene que pedir prestado cada dólar que hay en circulación, ya sea en efectivo o en crédito. Si los bancos crean dinero artificial en grandes cantidades prosperamos. Si no, pasamos hambre”. Ese “alguien” al que se refería Hemphill era o el Estado o un particular/empresa. Cuando el Estado pedía prestado a su Banco Central, el resultado final era la creación de dinero nuevo. Cuando un particular/empresa pedía prestado a la banca comercial, el resultado final era una combinación de creación de deuda y creación de dinero.
4. En Europa las cosas funcionaron más o menos bien con este sistema financiero hasta que los europeos inventaron el euro y con él un mecanismo para que los Estados nacionales pudieran endeudarse sin crear dinero. Pensaban que esto era un gran invento porque así controlaban la inflación monetaria, cuando en realidad era una gran ruina porque así impedían el crecimiento económico. Hasta finales del siglo XX, los estados nacionales europeos podían crear dinero pidiendo prestado a sus bancos centrales nacionales. Esta posibilidad encerraba algunos peligros pero también tenía importantes ventajas. Pero a principios del siglo XXI los Estados nacionales europeos habían suprimido sus Bancos Centrales nacionales a los que pedir prestado. El drama de las naciones europeas era que al no tener bancos centrales, fueron obligadas a pedir prestado sólo a los mercados financieros, y cuando un Estado nacional pedía prestado a los mercados, ya no creaba dinero, si no que sólo generaba deuda que tenía que devolver. Así fue como la bola de la deuda a devolver por las sociedades de Europa se hizo cada vez más y más grande, hasta aplastar poco a poco y uno tras otro a los Estados nacionales europeos, y empobrecer a sus ciudadanos.
5. Este proceso se inició en las naciones europeas más débiles, pero acabó afectando también a las mas fuertes a causa de que el resto de Estados del mundo conservaban sus Bancos Centrales y jugaban a otro juego con otras reglas. Los ciudadanos de las naciones fuertes de Europa tardaron en darse cuenta de ello porque la confusión entre deuda colectiva y deuda particular había sido provocada y alimentada por los banqueros, financieros e inversores internacionales, que tenían importantes apoyos en el interior de las sociedades nacionales de Europa y en algunos miembros de la propia Unión Europea. Estos apoyos no residían sólo en las industrias financieras nacionales, sino también en la clase política y en los expertos en economía. Los economistas habían construido el armazón teórico del sistema. Los políticos lo mantenían y respaldaban jurídicamente con las leyes que aprobaban. Los financieros lo hacían funcionar. José María Espona había hecho una exposición crítica y razonada de la confluencia de estos intereses en los capítulos IX al XIV de su obra “Totalitarismo Tecnológico”, pero la mayoría de la gente desconocía su existencia, pues aquellos humanos habían sido fascinados por las imágenes y los sonidos, y sólo una minoría de ellos cultivaba el mundo de las letras y los libros. Parecía no existir escapatoria alguna, cuando la persistencia de la codicia y la especulación financieras pusieron a las sociedades europeas patas arriba y dieron, sin pretenderlo, una oportunidad al cambio profundo y necesario. Otra economía era posible.
6. El cambio se inició en el armazón conceptual de la economía. Hasta que los intelectuales de aquellos humanos no cambiaron su mente económica, nada cambió. La dureza y persistencia de la crisis obligaba al contraste de ideas y a la revisión de los dogmas económicos. Los humanos tuvieron que experimentar con todo y pasar numerosas calamidades para acabar descubriendo que las conceptos sobre los que J.M. Keynes había construido su teoría general en 1935 – el interés, el dinero y la ocupación – eran los mismos que los tenían encerrados en la crisis y el desempleo. Keynes había construido un armazón económico para poner el interés y el dinero al servicio de la ocupación y aquello funcionó durante un tiempo. ¿Por qué ahora no funcionaba?, se preguntaban los expertos. Tardaron en descubrir que el desarrollo de las finanzas había conseguido darle la vuelta al armazón económico keynesiano: el interés y el dinero habían dejado de estar al servicio de la ocupación y se habían puesto al servicio del propio dinero. El dinero se utilizaba cada vez más para pagar dinero, y este proceso había creado una telaraña universal de pagos financieros alimentada por la especulación y la codicia en la que todos estaban atrapados. ¿Cómo había sucedido esto?. Lo explicaremos para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas. Votan los franceses, pero nos va la vida y la deuda en ello. ¿No deberíamos votar también los españoles?.