Plataforma abierta a la acción política, entendida y enfocada a la mejora de la calidad de vida de todas las personas. Para cambiar lo que no nos gusta, debemos de superar el nivel de la crítica y de la melancolía y pasar a la acción. Esta acción, en ocasiones, debe ser revolucionaria

viernes, 26 de noviembre de 2010

PROYECTAR EL CAMBIO GLOBAL I.- APRENDER DEL PASADO.


A modo de presentación:
Dije en la entrada al blog del pasado 29 de octubre que los militantes socialistas españoles harían bien en contribuir a liderar el cambio global que necesitamos, tanto ahora que tienen el Gobierno de España como cuando estén en la oposición. Es una de las mejores misiones que pueden encomendar al instrumento político que tienen en sus manos, llamado PSOE, y a la organización internacional política a la que están adheridos. Hasta el momento no han hecho este trabajo. ¿Qué cambio?. Me propongo hacer mi contribución a perfilar ese cambio global, y la subo a la RED para que las ideas puedan ser debatidas y utilizadas libremente por quien las encuentre de provecho. Me aproximaré al proyecto de cambio haciendo primero una breve reflexión histórica (Cambio Global I), después un diagnóstico del presente que nos toca vivir (Cambio Global II) y terminaré con una aproximación al contenido básico del proyecto futuro y su paradigma económico (Cambio Global III). Comienzo por la reflexión histórica a fin de tomar algunas lecciones del pasado sobre la última transformación occidental que vivieron nuestros antepasados.
MANTRA:
UNA MONEDA GLOBAL, UN BANCO CENTRAL GLOBAL, UN GOBIERNO ECONÓMICO GLOBAL.


1. Proyectar: “hacer un proyecto de arquitectura o ingeniería”. Proyecto: “primer esquema o plan de cualquier trabajo que se hace a veces como prueba antes de darle la forma definitiva”. Estos dos significados - hay otros varios en el diccionario de la Real Academia Española - de los términos “proyectar” y “proyecto” me permiten presentar el enfoque que propongo para abordar el cambio global que necesitamos. Propugno una solución científico-tecnológica, porque considero que saldremos de las varias crisis en las que estamos atrapados en este momento histórico (crisis moral, crisis económica y crisis social) cuando se aúnen los esfuerzos de la ciencia y de la tecnología – que son los frutos de la razón - para proyectar una nueva teoría económica con nuevos valores sociales y una nueva cultura. Para ello es necesario crear nuevo pensamiento. En todo caso la visión del cambio debe ser doble, económica (mercados) y política (Estados), porque esta dos realidades son compatibles y necesarias. Ni el mercado puede matar al Estado no el Estado al mercado. Deben aprender a convivir. ¿Cómo hacerlo?

2. Al igual que los ingenieros previamente a la construcción de una realidad física concreta (un puente, una máquina, un aeropuerto, un edificio, etc.) proyectan la misma aplicando sus conocimientos técnicos, los ingenieros sociales, entre los que incluyo a los economistas, deben aplicar sus conocimientos técnicos a proyectar el cambio global que la humanidad del siglo XXI necesita si queremos dejar atrás los horrores económicos en los que ahora malvive el 80% de la humanidad pobre y por los que nos sentimos amenazados el otro 19% acomodado. Las soluciones que ahora se están adoptando son soluciones improvisadas y sin un marco de referencia estratégico (nuevo paradigma socio-económico). En realidad no sabemos muy bien a dónde vamos, o más bien a dónde nos llevan, porque los expertos economistas tampoco lo saben. Advierto que proyectar lleva implícito el concepto de “planificar” o “programar”, un concepto que en mi opinión debemos recuperar para la nueva teoría económica y poner en valor si queremos sobrevivir como especie. ¿Por qué?

3. Lamentablemente no tengo mucho que decir a favor de los economistas actuales como ingenieros de la sociedad. Hasta ahora la mayoría de ellos han practicado más la magia que la ingeniería social. Han acabado dejando la economía en manos de la improvisación, del caos y de la codicia de los mercados gobernados por valores poco o nada éticos, y a esta realidad algunos de esos economistas han llegado a llamarla pomposamente “la magia de los mercados”. Han planificado poco o nada la vida económica de la sociedad en la que vivimos. Cuando han decidido hacer “ciencia económica”, han orientado la economía o bien hacia el diseño de modelos econométricos para apoyar el dominio de los mercados financieros sobre la política y la economía real, o bien hacia la aplicación de las matemáticas financieras para crear productos financieros facilitadores de la avaricia perversa y de la especulación con el riesgo financiero, utilizando incluso el engaño si con ello se obtenían mayores beneficios. ¿Y los resultados de esta economía del caos, la codicia y la improvisación llamada “los mercados financieros libres”?.

4. Los resultados están a la vista. Recursos naturales deteriorados y agotados. Contaminación de ríos, bosques, mares, tierras y aire. Transformación de la riqueza productiva en riqueza financiero-especulativa. Acumulación continua de esa riqueza financiera en pocas manos, cada vez menos productivas y más especulativas. Hundimiento económico de los Estados para beneficio de los mercados. Reducción de servicios universales básicos para el bienestar general de los ciudadanos (sanidad, educación, desempleo, pensiones etc.). Consumo irracional y superfluo. Economías de guerra sin guerra oficial pero con cientos de guerras oficiosas. Paraísos fiscales para ricos e hipotecas basura para pobres. Y la guinda de todo ello, la quiebra financiera del sistema económico occidental en 2008 y una estafa masiva que ahora pagamos todos los ciudadanos con nuestros ahorros, con nuestro desempleo y con nuestra reducción de ingresos y servicios públicos. ¿Alguien es responsable de este desastre social?.

5. Todos tenemos responsabilidad en lo sucedido, pero atribuyo la mayor parte de ella a los economistas, porque los que tienen en su mano el poder económico y político no podrían gobernar la complejidad de la sociedad moderna sin la ayuda inestimable de los técnicos y expertos en economía. Son técnicos y expertos economistas los que han elaborado y elaboran las políticas económicas de los Gobiernos nacionales, de los Bancos Centrales y de los Organismos Económicos Internacionales (FMI, Banco Mundial, Organización Mundial del Comercio etc.) en las últimas décadas. Son técnicos y expertos en economía los que asesoran a los Gobiernos del G-20 sobre la mejor manera de salir de la crisis, y alimentan con sus argumentos “científicos” el localismo y la ceguera de los políticos. Son técnicos y expertos economistas los que alimentan el viejo paradigma socio-económico del individualismo y el equilibrio de los mercados, a pesar de ser sabedores de su agotamiento.

6. Y digo más, a sabiendas de que hago una comparación odiosa: la maquinaria del nazismo hubiera perdido mucha capacidad sin el apoyo de la maquinaria administrativa alemana. Hitler fue la condición necesaria para usurpar con malas artes el poder, pero los técnicos y expertos de aquella administración pública alemana fueron la condición suficiente. Reagan, Thatcher, Clinton, Bush padre e hijo, Blair, etc., gobernantes elegidos por sus pueblos, han sido la condición necesaria, pero los técnicos y expertos en economía han sido la condición suficiente para elaborar y ejecutar las políticas económicas que nos han traído a este desastre. En el escenario lúgubre que vivimos, echamos en falta economistas que, actuando como verdaderos ingenieros sociales, proyecten el cambio global que el mundo necesita, sin someterse a los intereses del poder financiero globalizado, a la avaricia de sus mercados de activos, y a posiciones ideológicas dogmáticas o acríticas. ¿Cómo andar ese camino?.

7. Propongo mirar hacia atrás y aprender de la Historia. La Historia es una gran maestra, como lo es la experiencia personal para cada uno de nosotros. El último cambio global profundo del mundo occidental se produjo en el siglo XVIII. En este siglo, las fuerzas emergentes de Europa acabaron con las ideas del antiguo régimen y trajeron a la sociedad europea la revolución política de la democracia parlamentaria y el capitalismo como modelo económico, dos fenómenos que se han extendido después al resto del mundo. De esas ideas y de esa revolución hemos estado viviendo hasta ahora. En aquellos tiempos los economistas eran un bien escaso y la profesión de tal ni siquiera figuraba en el escalafón social. ¿Quiénes sembraron entonces las semillas del cambio?.

8. Fueron filósofos y científicos los que proyectaron poco a poco el cambio cultural, generando un cuerpo de conocimientos que se condensaron en el siglo XVIII a través del pensamiento y las ideas recogidas en la “Enciclopediae”. El nuevo pensamiento moderno se recogió en la Enciclopedia 25 años antes de que la política hiciera su particular revolución en Francia. Los enciclopedistas proyectaron mental y culturalmente el cambio global. Ellos promovieron conscientemente la sustitución de la superstición y la religión por la ciencia y la razón como pilares de la nueva sociedad. Ellos proyectaron primero el catalizador ideológico y cultural del cambio social que se manifestó más tarde como catalizador del cambio político. ¿Cómo sucedió eso?.

9. Al igual que las especies, la sociedad evoluciona por muy diversas causas, y lo hace de dos modos: mediante cambios evolutivos y graduales, o mediante cambios radicales, que son transformaciones. Los cambios evolutivos son pausados y lentos, como habitualmente sucede en las especies. Los cambios radicales son agresivos y rápidos y se manifiestan normalmente en forma de ruptura violenta con el pasado y de revolución social. En mi opinión, el último cambio social de esta naturaleza es la revolución francesa del siglo XVIII, cuyas consecuencias tomaron dimensión global y se extendieron al mundo dominante de la época dando origen a una transformación social profunda que ahora podemos leer con perspectiva histórica.

10. Expongo mi teoría: los cambios radicales son el resultado de la confluencia de factores diversos (nuevas ideas, grandes desigualdades económicas y sociales, instituciones públicas inservibles, cambios tecnológicos y científicos, angustia e incertidumbre social, nuevos grupos sociales emergentes etc.) y de hechos concretos que actúan como catalizadores. Además el cambio radical nunca llega de repente. Se anuncia mediante sucesivos intentos, como esas olas que cada vez se notan más grandes y fuertes, hasta que una de ellas salta los diques de contención y destruye los barcos del puerto. Así sucedió en la revolución francesa. La ola gigante de 1789 que desbarató el puerto de la aristocracia y los barcos del antiguo régimen fue precedida de pequeñas olas de descontento social con el régimen absolutista, un régimen de transición en el que los privilegiados (monarca, clero y nobleza) ya sentían la llegada del cambio, pero se resistían a abrirle las puertas a los no privilegiados (burgueses, campesinos y clases populares urbanas). ¿Y el catalizador del cambio?.

11. Los factores de cambio social y cultural estaban ya presentes en la sociedad estamental, pero necesitaban un catalizador. A destacar, por la similitud con la situación actual, que el desencadenante del hecho catalizador fue una crisis financiera aguda. La monarquía francesa necesitaba más recursos económicos que sólo podía obtener mediante una reforma fiscal. Esta reforma pasaba por obligar a los privilegiados (aristocracia y clero) a pagar impuestos, a lo que estos se negaron y exigieron a Luis XVI la convocatoria de los Estados Generales. Visto en perspectiva, ese fue el momento histórico que catalizó la revolución. El Tercer Estado, el de los no privilegiados, aprovechó esa convocatoria para exigir del monarca francés dos reivindicaciones que cambiaban toda la estructura del poder existente en la vieja sociedad: un hombre un voto, y la soberanía reside en el pueblo, cuya expresión eran los Estados Generales. Los privilegiados se negaron, con el Rey al frente, y los líderes burgueses pusieron en marcha el cambio revolucionario. Ya nada fue igual desde entonces. ¿Qué podemos aprender del pasado?.

12. La transformación política, social y económica del siglo XVIII, que los occidentales reconocemos como “revolución francesa”, nos enseña algunas reglas sencillas que debemos tener en cuenta para el futuro.
Regla 1.- La transformación se produce en un momento histórico determinado, pero sus causas se acumulan en el tiempo.
Regla 2.- Los privilegiados de un régimen socio-económico determinado nunca entregan voluntariamente el poder sobre el régimen a los no privilegiados. Ni siquiera aceptan compartirlo.
Regla 3.- Los privilegios tienden a solidificar el régimen socio-económico dominante más que a hacerlo evolucionar. Esa es la causa profunda de la transformación.
Regla 4.- La transformación necesita un pensamiento nuevo que la divulgue, un malestar general que la apoye, un grupo social que la lidere y una fuerza que la organice.
Regla 5.- En todas las transformaciones, el caos, la confusión y la desorientación se hacen presentes en algún momento. De no ser así, serían cambios evolutivos, no transformaciones.
¿Y la fuerza de la violencia?. ¿Qué relación hay entre violencia y transformación?. Una posible respuesta a esta pregunta la daremos al analizar el presente.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ALGUNOS PROBLEMAS DEL ESTADO AUTONÓMICO ESPAÑOL

PROCESO DE REINVENCIÓN DEL ESTADO ESPAÑOL
EL CAMINO HACIA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA

ALGUNOS PROBLEMAS DEL ESTADO AUTONÓMICO

Cuando los constituyentes del 78 cuadraron la unidad nacional con el reconocimiento de la autonomía de las naciones y regiones, pusieron en marcha una dinámica que, creo, no esperarían nunca que pudiera desembocar en estos resultados:

Una reducción drástica del tamaño de la Administración del Estado que impide a este cualquier ejercicio de cohesión. No es posible establecer estrategias de inversión en las personas (el error ciclópeo de transferir la educación y la sanidad), ni tampoco en ordenación del territorio; costas, aguas, energía, residuos. Todo esto se resuelve en un ambiente, la mayoría de las veces, caciquil, localista y de corto alcance, tanto de miras como de enfoque al progreso de la sociedad.

Multiplicación descomunal de organismos públicos, en todas las modalidades posibles, que en muchos casos se solaparan en diferentes niveles. Según la Fundación UPyD esto nos cuesta la friolera de 26.000 millones de euros, el 24% del PIB (posiblemente exageran). Hemos llegado a crear más de un ente público por semana y comunidad autónoma. Actualmente disfrutamos de cerca de 2.000, que prácticamente han laminado la presencia de la AGE. Es evidente que es imposible que no existan duplicidades y que, al mismo tiempo, es palmario deducir que es también imposible ejercer los controles del estado sobre la gestión autonómica.

Ruptura del mercado único nacional, de facto se dan barreras a la libre circulación de personas y de mercancías, a causa de la multitud de organismos, de legislaciones, de trámites, de idiomas, de directrices políticas. Es inaceptable el coste que supone para los ciudadanos y las empresas que cada año se publiquen en torno a 650.000 páginas de boletines oficiales autonómicos, 14 veces más que el BOE, 140 más que Alemania y 700 veces más que Estados Unidos; también parece irracional.

La tendencia de las CCAA hacia la replicación de los servicios del estado ha multiplicado los costes, especialmente los laborales. El personal de las CCAA, en los seis últimos años ha crecido en torno al 30%. Es cierto que en el estado ha sido del 65%, concentrado básicamente en cuerpos de seguridad. La cifra final de sumar todos los empleados del sector público español, ronda la cifra de 3 millones.

Aunque los datos de funcionarios por cada 1000 habitantes colocan a España por detrás de los principales países europeos, el coste de personal en relación con el gasto total, ofrece un panorama muy distinto. Frente a nuestro 26%, tenemos el 24% de Francia, el 23% de G.B. y el muy razonable 16% de Alemania. Es decir gastamos por encima de nuestras posibilidades.

Finalmente, cabe mencionar otro terreno sensible, la autonomía total en el gasto permite que muchas CCAA ofrezcan servicios y prestaciones alegales, que sólo se podrían justificar electoralmente, mientras que permanentemente acuden al gobierno central en su infinita demanda de financiación.

En este escenario no se pueden medir objetivamente ni los resultados ni, por ende, la eficiencia de las comunidades autónomas.

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