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viernes, 28 de diciembre de 2012

CRISIS, CONTABILIDAD Y ENGAÑO MASIVO.

PENSAMIENTO DE SÍNTESIS.

El 1 de enero se inicia el proceso de aplicación de las normas Basilea III. Arrojo una piedra en las aguas de un estanque tranquilo para generar un movimiento de debate. El estanque es la contabilidad. La piedra es cuestionar las reglas y principios en las que se basa la contabilidad de la industria financiera, de los Bancos Centrales y de los Estados-nación. Sostengo que la contabilidad financiera nos tiene atrapados en una economía de desastre, y que los Gobiernos deben reelaborar la contabilidad de la industria financiera y de los Estados-nación. Animo a los estudiosos, especialmente a aquellos que desean cambiar la Economía, a analizar este problema con criterios científicos. He descubierto convencionalismo en las reglas contables de los financieros y de los gobiernos. “El convencionalismo es un conjunto de opiniones o procedimientos basados en ideas falsas que, por comodidad o conveniencia social, se tienen como verdaderas”. Es peligroso no combatir las “ideas falsas”, especialmente si esas falsedades refuerzan el valor de la advertencia de William L. Mackenzie King: “Hasta que el control de la moneda y el crédito sea retornado al gobierno y reconocida como su responsabilidad más evidente y sagrada, todo discurso sobre la soberanía del Parlamento y de la democracia es trivial y fútil... Una vez que una nación abandona su control sobre el crédito ya no importa quien hace sus leyes... La usura, una vez desatada, arruinará cualquier nación.”

MANTRA: UNA MONEDA GLOBAL, UN BANCO CENTRAL GLOBAL, UN GOBIERNO ECONÓMICO GLOBAL.



1. Creemos que tenemos un problema económico cuando en realidad tenemos un problema contable. Los economistas oficiales se apresurarán a descalificar esta afirmación diciendo que es en sí misma una tautología, ya que la contabilidad, por definición, debe de reflejar fielmente la realidad económica de los particulares, las empresas, las instituciones y las naciones. En consecuencia es lógico que si tenemos un problema económico, este quede reflejado en la contabilidad. ¿Y si resultara que la contabilidad no estuviera reflejando fielmente la realidad económica?. Esta es la reflexión y el problema que planteo.

2. Los hechos nos proporcionan razones para considerar que la contabilidad no refleja siempre fielmente la realidad económica. La contabilidad de ENRON no reflejaba fielmente la realidad económica y patrimonial de la empresa. La contabilidad de los bancos de inversión y aseguradoras norteamericanas no reflejaba fielmente la realidad económica y patrimonial de esas empresas financieras. La contabilidad de las Cajas de Ahorro de España no reflejaba fielmente la realidad económica y patrimonial de la mitad de la banca española. La contabilidad de Islandia y Grecia no reflejaban fielmente la realidad económica y patrimonial de esos Estados-nación. Se argumenta que esas contabilidades eran engañosas porque fueron manipuladas, pero ¿y si fueran engañosas porque están mal concebidas? ¿Y si resultara que la contabilidad de España, de Italia, de Portugal, de Francia, incluso de la propia Alemania, no reflejara fielmente la realidad económica de esos Estados-nación?. Esta es la duda que planteo. La importancia de la cuestión reside en que si la contabilidad de un particular, una empresa o una nación está falseada, estos “quiebran” económicamente y el resto permanece. ¿Pero qué sucede si fuera la contabilidad de las naciones o del conjunto de la industria financiera la que nos “engaña”?.

3. Que la contabilidad de las naciones o de la industria financiera no refleje fielmente la realidad económica es un pensamiento inquietante. Hoy día la contabilidad cuantifica las variables económicas que utiliza la Política para tomar las decisiones que afectan a la vida de los ciudadanos. Más aún, podemos considerar que muchas de las principales variables económicas son un resultado contable. Así el déficit público es un resultado contable. La deuda es un resultado contable. El producto interior bruto (PIB) de las naciones es un resultado contable. La posición comercial de un país frente al resto y el valor de su moneda nacional son un resultado contable. La misma creación de dinero es un resultado contable. Incluso el precio de los activos financieros en los mercados puede considerarse también un resultado contable. Por supuesto los beneficios y las pérdidas de las empresas son un resultado contable. A la vista de este panorama, ¿cómo podemos atrevernos a sugerir que la contabilidad no refleje fielmente la realidad económica?. De no reflejarla, estaríamos ante un cataclismo de tamaño colosal.

4. Esto es precisamente lo que me propongo aportar con esta breve reflexión: que el camino que andamos conduce a un desastre económico de tamaño colosal debido al engaño contable en que nos hemos instalado. Mi tesis es que las sociedades avanzadas están sometidas a una contabilidad automatizada que no siempre refleja fielmente la realidad económica, lo que lleva a tomar decisiones erróneas y perjudiciales para la mayoría de los ciudadanos. De manera consciente o inconsciente, todos los políticos utilizan los resultados contables para dar soporte a sus argumentos ideológicos. ¿Y si los resultados contables estuvieran “falseados”?. ¿Estarían igualmente “falseados” sus argumentos ideológicos?. Como puede deducirse, la cuestión contable no es una cuestión sin importancia, aunque lamentablemente la Política no presta a esta cuestión la atención que debiera. La Política considera el saber contable un asunto árido, técnico y especializado, que se debe dejar en manos de técnicos especialistas, lo que es un error grave, como intentaré argumentar brevemente.

5. Al abordar la teoría de la contabilidad, una primera cuestión a dilucidar es si la contabilidad es una ciencia, una técnica soportada en una ciencia o una mera técnica instrumental. Dado el prestigio que en las sociedades avanzadas ha adquirido el saber científico, no es esta una cuestión menor, aunque no considero este el lugar apropiado para profundizar en tal reflexión. Si la traigo a escena es porque la naturaleza científica o no del saber contable nos retrotrae a otro debate anterior: si los principios y normas que rigen la contabilidad son una convención o son un convencionalismo. La diferencia es relevante, pues la convención está respaldada en intereses comunes razonados y racionales, y se concreta en un acuerdo o pacto adoptado de conformidad entre las partes y socialmente aceptado. En cambio el convencionalismo tiene como rasgo más característico que las ideas que lo soportan son falsas, aunque por comodidad o conveniencia social, se aceptan como verdaderas.

6. Hay asuntos muy importantes para la vida humana que hemos resuelto por convención. Tal es el caso de las unidades de peso y medida, que son una convención, así como el sistema de signos escritura-lenguaje. También son una convención los bienes que se aceptan como dinero, según comentaremos más adelante. Igualmente son una convención la forma como definimos el producto interior bruto o la riqueza de las naciones. Y las reglas contables, ¿son acaso un conjunto de procedimientos basados en ideas falsas que por comodidad o conveniencia social damos por verdaderas?. ¿Es la contabilidad una convención o un convencionalismo?. La respuesta es esencial para el objeto de esta reflexión.

7. Si tomamos en consideración que la contabilidad es un sistema de reglas y procedimientos basados en los principios de la partida doble que se mantiene inmutable desde hace más de 500 años, concluiremos que la innovación no es una característica destacada de la contabilidad. En consecuencia si la contabilidad es un saber “árido “ y “técnico”, en el que predomina más la “tradición” que la ”innovación”, podemos tener razones fundadas para sospechar que las alforjas de las reglas contables están más cargadas de convencionalismo que de convención. Esta es mi posición, y animo a los teóricos de la contabilidad a investigar y descubrir aquellas reglas y procedimientos contables de los Estados y las finanzas que están basados en ideas falsas pero que, por comodidad social, aceptamos como verdaderas.

8. Un caso concreto de la posición que sustento son las reglas y procedimientos contables establecidos por el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea. Ya en 1988 se acordaron por convención las reglas de Basilea I, que no fueron suficientes para evitar las crisis financieras de los años 90. Los autores de Basilea II (2004) ya eran conscientes de la crisis financiera que se estaba incubando (la de 2008) y acordaron reglas y procedimientos para dominar el riesgo desbocado, lo que tampoco consiguieron. Finalmente los autores de Basilea III (2013-2018) son conocedores de que la contabilidad del sector financiero no refleja fielmente la realidad económico-patrimonial de aseguradoras, bancos e inversoras. Pero en lugar de plantearse con rigor y honestidad si los principios y técnicas de la partida doble son los adecuados para contabilizar la industria financiera - una industria que se dedica al arte supremo de crear, gestionar, comerciar y últimamente especular con dinero y activos financieros - han optado por limitarse a reforzar las reglas de la solvencia bancaria reforzando el capital, sin preguntarse por los convencionalismos e ideas falsas que dan cobertura contable tanto al riesgo financiero como a la convención social de quienes, cómo, y cuándo crean dinero y activos financieros, y apuestan con ellos. Basilea III iniciará su andadura el 1 de enero de 2013 y se completará en el 2019.

9. Lo expuesto hasta aquí nos obliga al análisis de la última convención social acaecida, aquella por la que hemos aceptado, de forma tácita, por comodidad y conveniencia social, que el dinero cambie de naturaleza, y deje de ser dinero-físico (billetes y monedas) para pasar a ser dinero-bit (electrones). Curiosamente este cambio profundo no hubiera sido posible si previamente no se hubiera universalizado el uso de la contabilidad automatizada. Pero si me pregunto por las proposiciones contrastadas y razonadas que fundamentan esta convención, de nuevo me asaltan dudas sobre si la naturaleza y creación del dinero es una convención o un convencionalismo. Porque si convenimos que la naturaleza del dinero puede cambiar, ¿por qué no podemos igualmente convenir que los Estados-nación aseguren a todo ciudadano, por el mero hecho de serlo, un ingreso mínimo y periódico de subsistencia en dinero-bit (renta básica universal)?. Este noble objetivo no puede ni siquiera pensarse porque lo impide la contabilidad de las finanzas, es decir, un convencionalismo al que hemos revestido de “naturaleza científica perenne”. Para salir del actual atolladero, los políticos tienen que cortar el nudo gordiano contable modificando las reglas y principios que contabilizan la creación y gestión del dinero, a lo que no se atreven. Se trata de construir un Basilea IV para Estados y finanzas sobre nuevas bases contables, un objetivo nada sencillo, pero imprescindible. Esta pretensión nos devuelve a lo que otras veces he señalado y señalo una vez más: la carencia de valores éticos en las políticas y comportamientos económicos. Como acostumbra a suceder en economía, hemos convertido los instrumentos en fines, y hemos puesto el fin más esencial - la vida humana - al servicio del instrumento más convencional - la contabilidad -. ¡Cambiar el orden de los factores esta vez sí que alteraría el resultado!.

10. Ha llegado el momento de formular la conclusión de esta reflexión. Afirmo que la contabilidad actual, basada en reglas y procedimientos “convencionales” que no se han innovado desde hace 500 años, falsea la realidad económica. Esta afirmación la predico con certeza respecto de las reglas de la macroeconomía, las finanzas y sus agentes (los Estados-nación, los Gobiernos y los financieros) y con certeza condicionada respecto de las reglas de la microeconomía y sus agentes (particulares y resto de empresarios). La condicionalidad en este último caso (particulares y empresarios) está determinada en parte por los valores éticos de los agentes microeconómicos, que aunque reciben estímulos para maximizar la ganancia falseando la contabilidad, no acostumbran a ceder a los mismos. Pero sostengo que este problema no es solo cuestión de ética. Es además una cuestión técnica, ya que las reglas contables válidas para la microeconomía productiva (particulares y empresas), no son igualmente válidas para la macroeconomía y las finanzas (gobiernos y financieros). Respecto a estos últimos (gobiernos y financieros), sucede que los ciudadanos de las sociedades avanzadas hemos asumido, por desconocimiento y comodidad, que falseen la realidad macroeconómica utilizando el convencionalismo contable, y nos tengan atrapados en un engaño masivo. La conclusión expuesta parece radical, pero no es infundada. Cuando Galileo Galilei publica en 1623 su ensayo sobre “El método científico”, y en 1632 su “Diálogo sobre los Sistemas ptolomáico y copernicano”, las fuerzas dominantes de la época lo consideran un radical condenable a la hoguera por hereje. Lo mismo harán ahora las “fuerzas dominantes” si alguien se atreve a señalar el engaño contable en el que están instalados y con el que dominan a la sociedad… “eppur si muove”, fue la respuesta del científico entonces.

11. ¿Qué hacer?. Sugiero tres orientaciones prácticas para quienes se dedican a gestionar la Política: 1). Modificar las reglas contables de la industria financiera más allá de Basilea III. 2). Controlar y regular la actividad especulativa de los mercados financieros. 3). Trabajar estas cosas a nivel global o al menos supranacional. Afirmo que la combinación de reglas contables inadecuadas en las finanzas con actividad financiero-especulativa descontrolada es un coctel mortal que arruina a las naciones y sociedades que comercian con bienes y servicios (la economía física) y enriquece a los que comercian con capitales y activos financieros (la economía financiera). Es la ruina de las naciones y crea una distribución insostenible de la riqueza. Unos pocos acumulan cada vez más lo que no necesitan, mientras muchos carecen de lo básico y se empobrecen. Los Gobiernos nacionales deben de cooperar y adoptar dos medidas dolorosas para los mercados financieros y unos pocos que viven de ellos: modificar las reglas contables de las finanzas y someter a control la especulación con los activos financieros, ambas con el objetivo de mejorar la distribución de la riqueza. Como no harán ni una cosa ni la otra, el desastre económico nos acompañará durante mucho tiempo. Aunque parezca que salimos de la crisis, volveremos rápido a caer en otra mayor. Así hasta que se adopten las medidas que indico. No hago profecías, sino proyecciones lógicas. Del cambio en las reglas contables de las finanzas me he ocupado hoy. Del control de la especulación con activos financieros me ocuparé el próximo día.



José Angel Suárez
Madrid, 21 diciembre 2012.

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