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miércoles, 10 de marzo de 2010

EL MERCADO DE TRABAJO EN LA ECONOMÍA DE “LOS MERCADOS”: LA REFORMA LABORAL. PRIMERA PARTE.


1. Una verdad sencilla: de nuevo “los mercados” están detrás de todo.
Esta nota no es una opinión ni un juicio de valor sino una aproximación a cómo funciona la realidad económica que esta detrás del mercado de trabajo y de sus agentes: los empresarios y los trabajadores.
Sindicatos y empresarios negocian estos días en nuestro país las condiciones de empleo y hacen un segundo intento de llegar a un acuerdo. Todos esperamos que un acuerdo laboral ayude, junto con otros elementos, a poner en marcha la máquina de creación de empleo. ¿Pero tiene fundamento nuestra esperanza?.
Las condiciones de empleo son parte de la reforma laboral, pero también son parte del coste del factor trabajo. El trabajo es uno de los factores productivos, que junto con otros tres (materias primas, capital y tecnología) forma parte del coste de la producción. El coste de producción determina el precio de los bienes y servicios. El precio de los bienes y servicios determina la posición de los productos y las empresas en “los mercados”.
Así que a fin de cuentas, cuando sindicatos y empresarios negocian las condiciones de empleo y la reforma laboral realmente están negociando sus posiciones en “los mercados”. Por tanto la reforma laboral no afecta sólo al mercado de trabajo, sino a los mercados en su conjunto.
Esta es una verdad sencilla, que los agentes negociadores conocen pero que no asumen ni tienen presente cuando realizan la negociación. Creo que se negocia con visiones viejas de la realidad económica, con patrones y referencias más propios de los siglos XIX y XX que del XXI. Me propongo analizar esos patrones y referencias y sacar las conclusiones necesarias para proponer una negociación de nuevo enfoque que beneficie a los ciudadanos y al conjunto de los mercados, y no sólo a “algunos mercados”.

2. La visión de los emprendedores y sus “mercados”.
El emprendedor tiene un objetivo estratégico que viene obligado a seguir si quiere sobrevivir en “los mercados”: minimizar el coste. Por tanto en la cúspide de su supervivencia está EL COSTE. Este principio de supervivencia lo fija el sistema económico vigente. Técnicamente y dado que todos los recursos son escasos y se agotan, parece un buen principio.
Además el emprendedor tiene un objetivo táctico que también viene obligado a seguir si quiere tener éxito en los mercados de capital: maximizar el beneficio. Este objetivo es la otra cara de la moneda de la minimización del coste, pero al presentarse como maximización del beneficio se traen a escena dos aspectos esenciales para el emprendedor: EL CAPITAL Y EL EXCEDENTE. El capital y el excedente acuden al emprendedor en proporción directa a su capacidad para maximizar el beneficio. Este principio también lo establece el sistema económico vigente. Técnicamente, y dado que la maximización del beneficio ha comportado históricamente la acumulación desmesurada del capital financiero, cada vez menos productivo y más especulativo, parece un mal principio para el futuro, como comentaré más adelante al abordar los nuevos ejes de la negociación laboral.
En consecuencia, cuando el empresariado negocia LA PRODUCCIÓN y EL EMPLEO con los sindicatos, se guía por EL COSTE, y piensa en el CAPITAL y el EXCEDENTE. Cinco realidades económicas que determinan la posición del emprendedor en la negociación.
Para complicar el resultado de la negociación, estas realidades traen a la mesa del empresario-negociador nuevos problema económicos:
• La producción trae de la mano el problema del mercado de bienes y servicios por el lado de la oferta. Un mercado que ahora está a la baja en las ventas porque la ciudadanía no compra, así que mientras la venta no tire, el empresario no quiere producir.
• El empleo trae de la mano la flexibilidad y precariedad del mercado de trabajo, un mercado que el capitalismo quiere someter a las mismas reglas del resto de los mercados, por lo que trata al trabajo como a cualquier otro factor del proceso productivo, abaratando el coste y sin consideración a la naturaleza especial del mismo. Este proceso se manifiesta de manera diferente según el grado de cohesión de cada sociedad, pero es virulento en el caso de la sociedad española, más tendente al individualismo que a la solidaridad.
• El capital trae de la mano el problema del mercado financiero, un mercado que permanece atascado a pesar de las inyecciones de liquidez de dinero público, que tiene capacidad para estrangular al empresario y que prefiere dedicar los recursos a la especulación antes que a la producción (especialmente en las sociedades anglosajonas).
• El excedente trae de la mano el problema de la distribución del mismo, un problema ahora agravado porque hay poco que repartir, y los accionistas y el capital piden cada día más parte de la tarta.

Esta visión es parcial y hace difícil el logro de resultados cooperativos en la negociación, pues todo lo dominan “los mercados” al modo como son vistos por el emprendedor, que encuentra así en las exigencias de “los mercados” la razón que respalda sus intereses y su visión de la economía. En última instancia el empresariado lucha por abaratar el coste del empleo, tanto el directo (salario) como el indirecto (cotizaciones a la seguridad social, desempleo, indemnizaciones por despido etc.). En su opinión, así lo exigen los mercados competitivos de la producción, vitales para su supervivencia.

3. La visión de los trabajadores y sus “mercados”.
Los países acomodados hemos llegado a un nivel de desarrollo económico y de complejidad social tal que el objetivo estratégico del trabajador es disponer de una renta estable y periódica que cubra su ciclo de vida. Si no tienes un ingreso de estas características, la sociedad actual de los países avanzados primero te excluye y luego te destruye. Es por eso que la mayoría (excluimos a los avariciosos) aspira a acumular riqueza para cubrirse el riesgo del futuro, gasta en los juegos de azar esperando “un premio de 5.000 euros al mes durante 25 años”, busca “dar un pelotazo” que le retire de por vida, le agobia que pongan en riesgo la pensión de su jubilación, se le viene el mundo encima cuando amenazan su empleo, o acierta sin saberlo cuando consigue un empleo en las Administraciones Públicas, pues dispondrá de una fuente estable y periódica de ingresos para su vida, aunque no sea muy alta.
En consecuencia el trabajador de una sociedad avanzada tiene un objetivo estratégico que viene obligado a seguir si quiere sobrevivir: disponer de un ingreso estable y periódico. Por tanto en la cúspide de su preocupación vital está EL INGRESO.
Pero el trabajador no tarda en descubrir que su supervivencia, al igual que la del empresario, también depende de “los mercados”, pues si quiere conseguir EL INGRESO, tiene que acudir a “los mercados”.
Haré aquí una digresión sin profundizar en ella. En la fase actual de desarrollo del capitalismo, “los mercados” ya funcionan de modo que es más fácil extraer un ingreso estable y periódico de los mercados financieros que de los mercados de trabajo. La dificultad inicial para lograrlo es conseguir una primera acumulación significativa de capital y conocer el funcionamiento de los productos y mercados financieros, cosa difícil para un trabajador. Es por eso que la mayoría de ellos se ven abocados a sobrevivir toda su vida en los mercados de trabajo y acuden a los mercados financieros sólo como consumidores para mejorar sus niveles de bienestar endeudándose (créditos, hipotecas etc.), y casi nunca como inversores para obtener ingresos. Esta realidad económica y social merece un análisis en otro momento.
Volviendo a los mercados, estos colocan al trabajador ante dos realidades económicas determinantes de su calidad de vida: EL SALARIO Y EL CONSUMO. El primero como fuente del ingreso, y el segundo como punto de satisfacción de sus necesidades.
Por tanto cuando el trabajador, y en su nombre los sindicatos, negocian LA PRODUCCIÓN y EL EMPLEO con el empresariado se guían por EL INGRESO, y piensan en el SALARIO y el CONSUMO.
De nuevo cinco realidades económicas, dos de ellas compartidas con el empresario (PRODUCCIÓN y EMPLEO), que determinan la posición negociadora de los sindicatos.
También estas realidades traen a la mesa del trabajador-negociador nuevos problemas económicos que complican la negociación:
• La producción es vista por el trabajador desde el lado de la demanda y el consumo, y se despreocupa de los problemas del mercado de la oferta que no considera como propios y que sólo atiende cuando los almacenes se llenan y amenazan la viabilidad de la empresa y su puesto de trabajo.
• El empleo y los problemas del mercado de trabajo son enfocados desde la estabilidad laboral y la maximización del ingreso personal, obviando la necesidad de revisar los principios que rigen un mercado especial que no puede dejarse a la ley de “los mercados” y que hay que adaptar a cada situación económica para evitar el crecimiento de la exclusión individual y social.
• El consumo trae de la mano algunos problemas que padece directamente al trabajador como la amenaza inflacionista de los mercados o el sobreendeudamiento, y otros de los que apenas tiene conciencia, como el hiperconsumo despilfarrador de los recursos.
• El salario trae de la mano problemas complejos de imposible solución sin coordinación y cooperación a nivel global, como el coste de producción, el incremento de la productividad y la distribución del excedente.

Esta visión es igualmente parcial y hace muy difícil el logro de resultados cooperativos en la negociación, pues todo lo dominan “los mercados” al modo como son vistos por el trabajador, que encuentra así en la lucha contra “los mercados” y sus desigualdades la razón que justifica la defensa de sus intereses y de su visión de la economía. En último término el trabajador lucha por maximizar el ingreso (salario) y por hacerlo estable y periódico. En su opinión así lo exigen los mercados de consumo, vitales para su supervivencia y de los que no quiere ser excluido.
4. Parar y preguntar.
Llegados a este punto debemos preguntarnos: ¿Es posible enlazar las dos visiones?. ¿Hay alguna realidad económica por detrás que justifique este intento, o incluso lo haga necesario e imprescindible para reenfocar el futuro de la negociación laboral?. ¿Se han quedado viejos los ejes que gobiernan la negociación laboral?. ¿Existen otros enfoques más eficientes y productivos?.

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