Es el momento de compartir el apretado debate que hemos abierto sobre el tema del título.
Lo más evidente es que casi todos aplauden las decisiones de los islandeses, pero sin pleno convencimiento; existen serías dudas sobre su aplicación en España.
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Unas cosa en el corazón y otra la razón de estado.
Juan Antonio
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Estoy de acuerdo contigo, Ángel. Pienso que uno de los problemas de medir las cosas y las situaciones está en reducirlo todo a la escala de la medida que se utiliza. En este caso sería decir eso de que Islandia es pequeño, su economía y su población es insignificante y su PIB es muy poco... etc. Por lo que Islandia es distinta y su comportamiento es inaplicable. Y parte de todo eso es cierto. Pero reduciendo todo a la medida se disuelven otros significantes que apuntan a situaciones distintas y todo se convierte en el pensamiento único. Pues, según ello, solo se puede actuar como actúan los que son como nosotros y en dimensiones similares. Islandia es pequeño, es cierto. Pero igual de cierto es que su comportamiento significa un empoderamiento ciudadano que apunta a otras salidas, distintas de las del pensamiento único. Es cierto que los "guardianes" de la economía (FMI) darán menos importancia a Islandia que a España (por ejemplo), por lo que España ha de tener mucho más cuidado. Pero es igual de cierto que caben otras respuestas diferentes de las del pensamiento único de los países que responden al unisono porque tienen coordenadas cuantitativas semejantes. Si perdemos de vista esta pluralidad y todo se reduce a criterios cuantitativos creo que uniformamos a la sociedad con trajes que inventaron otros y que vienen muy ajustados.
Pienso que eso de no empoderar a la sociedad tiene sus consecuencias peligrosas a medio plazo. En el corto plazo todo parece silencioso y que no ocurre nada. Pero de pronto algo ocurre que hace explotar reacciones colectivas imparables. Recuerdo que cuando los movimientos de los barrios de París (con quema de coches) -recordáis? era Sarkozy Ministro del Interior- hubo dos declaraciones que deberían dar qué pensar (todo se olvida demasiado pronto), una del propio Sarkozy que dijo que el problema es que no tenían interlocutor para apaciguar el conflicto. Otra de un chaval que decía "nos trataron como basura y reaccionaremos como basura". Y un periodista narrando esta situación dijo que la llama estaba oculta y dónde sería el siguiente lugar?. Después vino Grecia, luego Túnez, ahora Egipto.... Ya sé que todas estas circunstancias son distintas y las magnitudes defieren. Ya lo sé. Pero hay elementos comunes que se concretan en que de pronto la población revienta. Y eso es olvidado pero creo que es necesario tenerlo en cuenta.
Reducir todo a elementos cuantitativos tiene consecuncias motivadoras para quien lo reduce, pues parece que asi lo comprende todo. Pero,a la vez, tienen consecuencias de marginación (o de olcido) de otros aspectos que funcionan en los entresijos de la sociedad.
Marcos
Lo más evidente es que casi todos aplauden las decisiones de los islandeses, pero sin pleno convencimiento; existen serías dudas sobre su aplicación en España.
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Unas cosa en el corazón y otra la razón de estado.
Juan Antonio
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Estoy de acuerdo contigo, Ángel. Pienso que uno de los problemas de medir las cosas y las situaciones está en reducirlo todo a la escala de la medida que se utiliza. En este caso sería decir eso de que Islandia es pequeño, su economía y su población es insignificante y su PIB es muy poco... etc. Por lo que Islandia es distinta y su comportamiento es inaplicable. Y parte de todo eso es cierto. Pero reduciendo todo a la medida se disuelven otros significantes que apuntan a situaciones distintas y todo se convierte en el pensamiento único. Pues, según ello, solo se puede actuar como actúan los que son como nosotros y en dimensiones similares. Islandia es pequeño, es cierto. Pero igual de cierto es que su comportamiento significa un empoderamiento ciudadano que apunta a otras salidas, distintas de las del pensamiento único. Es cierto que los "guardianes" de la economía (FMI) darán menos importancia a Islandia que a España (por ejemplo), por lo que España ha de tener mucho más cuidado. Pero es igual de cierto que caben otras respuestas diferentes de las del pensamiento único de los países que responden al unisono porque tienen coordenadas cuantitativas semejantes. Si perdemos de vista esta pluralidad y todo se reduce a criterios cuantitativos creo que uniformamos a la sociedad con trajes que inventaron otros y que vienen muy ajustados.
Pienso que eso de no empoderar a la sociedad tiene sus consecuencias peligrosas a medio plazo. En el corto plazo todo parece silencioso y que no ocurre nada. Pero de pronto algo ocurre que hace explotar reacciones colectivas imparables. Recuerdo que cuando los movimientos de los barrios de París (con quema de coches) -recordáis? era Sarkozy Ministro del Interior- hubo dos declaraciones que deberían dar qué pensar (todo se olvida demasiado pronto), una del propio Sarkozy que dijo que el problema es que no tenían interlocutor para apaciguar el conflicto. Otra de un chaval que decía "nos trataron como basura y reaccionaremos como basura". Y un periodista narrando esta situación dijo que la llama estaba oculta y dónde sería el siguiente lugar?. Después vino Grecia, luego Túnez, ahora Egipto.... Ya sé que todas estas circunstancias son distintas y las magnitudes defieren. Ya lo sé. Pero hay elementos comunes que se concretan en que de pronto la población revienta. Y eso es olvidado pero creo que es necesario tenerlo en cuenta.
Reducir todo a elementos cuantitativos tiene consecuncias motivadoras para quien lo reduce, pues parece que asi lo comprende todo. Pero,a la vez, tienen consecuencias de marginación (o de olcido) de otros aspectos que funcionan en los entresijos de la sociedad.
Marcos
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Por un lado estoy de acuerdo con los islandeses, que cada uno se coma sus marrones y más cuando se trate de liberales que, cuando les interesa, defienden la no regulación y denostan el intervencionismo del estado, y ahora piden, como siempre ha sucedido, ayuda al papa estado. En ese sentido dejar quebrar a los bancos parece lógico, igual que si se trata de empresas o particulares, el estado no viene a solucionar sus problemas. Salvo: que se trate de una empresa con muchos trabajadores, en cuyo caso, desde el estado hasta los sindicatos se opondrán a que se permita su quiebra, -y, en el caso, se la ayudará con dinero de todos-; sea una empresa de sector “estratégico” por ejemplo de la minería del carbón, en cuyo caso ni dios quiere que cierren las minas a pesar de su quiebra estructural si no fuera por las ayudas de todos los españoles y europeos, a través del dinero público; que se trate de una superquiebra como la de las cajas de ahorros que nos toca pagar de nuevo como benditos.
Y, yo os pregunto a todos;
¿Seríais partidarios de permitir la quiebra de las cajas de ahorros españolas?
¿Estáis de acuerdo con que la solución es que acaben en manos privadas?
¿Se os ocurre otra que no sea que paguemos todos su refinanciación y saneamiento? ¿Cual?
En Irlanda la solución aplicada fue dejar hacer: no se aportó dinero público, y no se asustaron cuando quebraron y, además, lo malos a la cárcel. ¿Hacemos esto aquí con las cajas de ahorros?
¿Tenemos a 15 millones de españoles dispuestos a decir que se permita dicha quiebra? Se trata en proporción de los 160.000 islandeses apoyando esa posición.
A ver si os mojáis un poquito.
Saludos,
Juan Antonio
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El caso de Islandia es sencillo, aunque dificil de hacer proque requiere mucha valentía, cosa de la que se carece: los ciudadanos islandeses tomaron el control de su país y de sus vidas. Destruyeron todos los bancos viejos y crearon bancos nuevos. Eso lo puede hacer un Gobierno que mande y tenga moneda propia cuando le dé la gana (hay algunas complicaciones internacionales, pero no son mayores de las que ya hay ahora). El sistema financiero es el motor de un país, y cualquier país con ciudadanos conscientes no debería dejar que el sistema financiero esté al servicio de los intereses privados, entendiendo por tales los intereses de los propios financieros y de sus accionistas (las cuentas de resultados de sus bancos). Ahora en occidente ya es demasiado tarde para devolver el poder sobre el dinero a los Estados, aunque todavía estaríamos a tiempo de poner la finanzas al servicio de la economía de los ciudadanos. Lamentablemente como los países son muchos, tienen mucha gente y hay mucha división de opiniones y partidos, nadie hace nada para conseguirlo. Entonces ganan los financieros, que son pocos y están unidos. Lo que ha hecho Islandia es lo que tendrían que hacer los del G-20, pero no se atreven. Así que prepararos para seguir trabajando para las finanzas y para sufrir. Yo tengo algunas ideas para que los gobiernos pusieran el sistema financiero a trabajar para los ciudadanos, pero direis que estoy loco, y puede que no os falte razón.Las cosas ahora están organizadas para que todos los humanos (menos de momento los islandeses) trabajen para las finanzas, y así será hasta que los humanos se rebelen, para lo que no acierto a saber cuanto tiempo queda. Lo que intuyo es que esto de que las finanzas gobiernen toda la vida del humano occidental no puede durar mucho.
Saludos. angel
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Yo, en mi escaso conocimiento del sistema financiero mundial, estoy totalmente de acuerdo con Juan Antonio. El modelo islandes es justo lo que no necesitamos.
Manolo
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Islandia toco suelo de verdad, y hoy crece por encima del 6% anual, (datos de última hora). Sus bancos quebraron, el estado los dejó sin ayudas (llevando al extremo que el mercado manda) ya que en una economía liberalizada el que la hace debería de pagarla.
Esto pudo hacerlo por dos razones: principales:
Su escasa población, cerca de 330..000 habitantes, y una economía interna de reducido tamaño garantizaban que el sistema financiero seguiría funcionando. Es decir, bastaba con que algunos bancos extranjeros abrieran sucursales.
Una mayoría del desaguisado se concentraba en el exterior y el gobierno fue impermeable a las presiones de los gobiernos de los países dannificados.
Por eso, el pueblo pago los coste de la crisis, como todos, pero no tubo que contribuir al saneamiento de las instituciones financieras.
En nuestro caso, todo el mundo dice, hasta los más radicales, que hacerlo a la islandesa hubiera sido un dislate y que hubiéramos colapsado el país. Con el sistema en quiebra, el crédito se hubiera evaporado y, por tanto, nuestras empresas no se hubieran podido financar. Es evidente que aquí, con 40.000.000 millones de habitantes, no bastra con que algunos bancos abran sucursales. Por otro lado, nuestra posición exterior, como os he indicado en otras ocasiones, hubiera quebrado el sistema euro en toda Europa.
Así que cuidadín que los islandeses, posiblemente porque piensan y crren que no nos necesitan, han sido muy poco solidarios en este proceso; y han hecho lo que describes sobre la base del pequeño tamaño de su economía.
Salut
Juan Antonio
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LA REVOLUCIÓN DE ISLANDIA
Ignacio Escolar
Ahora que el pueblo egipcio ha triunfado, o al menos lo parece, es buen momento para hablar de otra revolución mucho más desconocida: la de Islandia, ese país que el FMI de Rato ponía como ejemplo a seguir y que acabó completamente quebrado, hundido por los escombros de una banca cancerígena que convirtió la isla en un inmenso hedge fund y dejó una deuda equivalente a todo el PIB de ocho años y seis meses.
La solución islandesa a esa condena pronto se apartó de la ortodoxia. La Fiscalía abrió una investigación penal contra los banqueros responsables del colapso; algunos han huido del país y están en busca y captura por la Interpol. En 2009, el gobierno tuvo que dimitir en bloque, acorralado por las protestas ciudadanas; fue el primero y casi el único en caer por la crisis (si excluimos a Túnez y Egipto). Después los islandeses forzaron un referéndum para bloquear el pago de la deuda de la banca y lo lograron: ganó el no con más del 90% de los votos. Y hace un par de meses, Islandia arrancó una ambiciosa reforma constitucional que, por primera vez en la historia del mundo, será fruto de un proceso de democracia directa, al margen de los partidos. La Asamblea Constituyente está formada por 31 ciudadanos corrientes, elegidos en las urnas entre 523 candidaturas que sólo necesitaban 30 firmas para poder presentarse.
Hoy Islandia está creciendo. El año que viene, su presupuesto público estará en superávit; su situación económica es bastante mejor que la de otros países igualmente desarbolados, como Grecia o Irlanda. ¿El secreto? Algo revolucionario, aunque se suponía que era una de las reglas ensenciales del capitalismo: Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase.
Enviado por Marcos
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